Simón de la montaña: discapacidad e identidad a través de una propuesta que nos cuestiona
El director argentino Federico Luis se sumerge junto a Toto Ferro y Pehuén Pedre en una historia que aborda la discapacidad desde una perspectiva única e incómoda. Ganadora del premio a mejor película en La semana de la Crítica del Festival de Cannes, Simón de la montaña ya está en cines.
Existir siendo uno mismo a veces puede ser uno de los desafíos más complicados al que debemos enfrentarnos. Federico Luis lo sabe y en su nueva película (primer largometraje de una carrera que está despegando con fuerza) se mete en lo profundo de esa idea de ser uno, o mejor dicho, ser otro. Este 2024 el director argentino presentó Simón de la montaña, cinta que se consagró ganadora del premio Grand Prix en La Semana de la Crítica del Festival de Cannes. Una historia de identidad que plantea una importante visión sobre la discapacidad y el encontrar nuestro lugar a través de un llamativo planteamiento que no deja a nadie desentendido.
Simón (Toto Ferro) es un chico de 21 años que vive en Mendoza, al pie de la Cordillera de los Andes, al pie de la montaña. Vive con su madre y el novio de esta y trabaja de ayudante de mudanzas. Simón se mueve de una manera particular pero esto depende de quien tenga adelante.
En Simón de la montaña nos adentramos en la historia de este joven que no está cómodo en su realidad y que verdaderamente no encuentra un lugar en ningún lado. No es hasta que conoce a Pehuén (Pehuén Pedre), un joven descarado pero noble, y su grupo de amigos con discapacidad cognitivas que le ofrecen una nueva perspectiva y una conexión genuina que transforma su vida.
Mirá el trailer de la película acá:
Simón de la montaña nació a partir del cortometraje Cómo ser Pahuén Pedre. Un video de 22 minutos en el cual el mismo Pehuén Pedre entrena a dos actores para un examen en el registro civil, donde ambos tendrán la oportunidad de conseguir sus propios certificados de discapacidad. El largometraje es una continuación de esta idea: uno de los actores ahora tiene nombre ficticio, Simón, y es un joven que aprende e imita a su amigo discapacitado para engañar a todos y poder ser parte de su mundo.
La simple idea de pensar en alguien haciendo esto es llamativa pero principalmente incomoda. ¿Lo que hace Simón está bien? ¿Es desubicado? ¿Simón realmente tiene algo o es un farsante? Es que el joven busca copiar a un grupo de personas que en la idea colectiva general suelen ser vista hacia abajo y cuya condición despierta más miradas al costado que apretones de mano poderosos. Federico Luis nos adentra en una historia provocadora y desafiante, que nos hace ver a los ojos la cuestión, pues no va de paternalista sino de expositor.
Son pocas las películas donde la discapacidad tiene un rol protagonista y son las más conocidas las que toman una posición de lástima o estereotipada de ello. En Simón de la montaña exploramos un coming-of-age ambientado en un entorno poco común del cine que pone el foco en sus personajes, sus puntos de vista, su sexualidad y sus diferentes y también complejas personalidades.
“Uno tiene que estar dispuesto a destruir todo lo que conocía para conocer algo nuevo todo el tiempo”, decía Lorenzo “Toto” Ferro al ser consultado cómo se metió en la piel de Simón durante el estreno de la película en la Ciudad de Mendoza al tuvimos la oportunidad de asistir. Esa es la idea que mueve a Simón de la montaña: la película nos invita a cuestionar los prejuicios de una sociedad que se considera inclusiva, pero que a menudo mantiene distancia frente a las verdaderas necesidades de las personas con discapacidad. La perspectiva del director es profundamente humana, empática y original; y aborda el rechazo a lo diferente y los prejuicios desde una perspectiva tan atípica como diversa.
Definitivamente, no es para quienes buscan una lección clara o una moraleja con firma final. Aquí, el relato se sumerge en comportamientos oscuros y una intimidad que puede alejar a algunos espectadores. Sin embargo, esa intensidad es precisamente lo que nos mantiene cautivado. De forma fascinante, las motivaciones del protagonista resultan desconcertantes y al ver la película esto mismo es difícil de olvidar.
Simón de la montaña contiene una fotografía espectacular que recorre diversas localidades de la montaña mendocina dejándonos ver la pequeñez de cada uno en comparación con ella. Esto está acompañado de un sonido espectacular que nos sumerge en aquel claustrofóbico escenario donde Simón se encuentra parado. Claro que, aunque el planteo no deja a nadie exento de sentir algo, la película peca en momentos de olvidar su propia cohesión.
La película cuenta con actuaciones que brillan magistralmente, tanto de actores experimentados como Lorenzo Ferro, cuyo trabajo es uno de los eslabones más fuertes de la cinta, como de aquellos que se encontraron por primera vez siendo alguien más frente a cámara.
En conclusión, Simón de la montaña se erige como una obra que desafía los convencionalismos sobre la discapacidad y la identidad. Federico Luis logra una narrativa que no busca otorgar respuestas fáciles ni consuelo, sino que invita a la reflexión y al cuestionamiento de nuestras propias percepciones. La película, con su enfoque crudo y sincero, nos obliga a mirar de frente la complejidad de la condición humana, donde cada personaje, con sus matices y contradicciones, resuena con autenticidad.
A través de la extraordinaria actuación de Toto Ferro y un sólido soporte del elenco, la película refleja la lucha interna de su protagonista por pertenecer en un mundo que no comprende. Así, Simón de la montaña se convierte en una experiencia cinematográfica que, aunque puede incomodar y llegar a perder su hilo en ciertos momentos, nos insta a abrir nuestros corazones y mentes hacia lo diferente.