Llegó a Prime Video la película ganadora del Oscar sobre la monstruosidad humana con una nueva mirada del Holocausto

Muchas veces no se necesitan imágenes para sentir en lo más profundo de nuestros sentidos las atrocidades que el hombre puede infligir sobre sus semejantes o cómo la sociedad puede seguir adelante como si el dolor no estuviera tejiendo su manto sobre miles de vidas segadas. ¿Cómo se vive el día a día con el horror? ¿Cómo hallar la plenitud de la vida y la energía vital cuando solo una delgada barrera te separa del tormento y la muerte?
Ese planteo es el que escribe Jonathan Glazier en su nueva película que este 2024 se llevó el galardón a la Mejor Película Internacional en los Premios Oscars y que ya está disponible en streaming en la plataforma de Prime Video.
La Zona de Interés es una película sobre la Segunda Guerra Mundial, sí, pero plantea el conflicto desde un punto de vista que la industria del cine no está acostumbrada. Es que en cada segundo de sus 106 minutos los horrores del Holocausto están presenten pero no llegan a quien la mira de manera directa o con imágenes grotescas y dolorosas de lo que fueron los campos de concentración, sino todo lo contrario. La Zona de Interés es un relato sutil y delicado donde sus protagonistas son los perpetradores y el punto de vista de la narración es la suya, la de un grupo de personas que justificaba la matanza de millones e incluso la celebraba. Imágenes incluso más terroríficas que dolor en primer plano.
Mira el tráiler de La zona de interés:
Un patio bien cuidado, ropas impecables, días de descanso con los pies en el río es lo que plantea la trama de La Zona de Interés. La película narra la historia de la familia Höss, alemanes cuyo padre de familia tiene un particular trabajo: es el director del campo de concentración de Auschwitz. Debido a esto, este grupo trata de construir una vida familiar idílica en una casa situada a las afueras del campo. Solo es una pared lo que los separa de aquel frívolo lugar, sin embargo, para ellos, esa vida es un sueño cumplido.
A través de ellos Glazer plantea la esencia del cinismo y la maldad retratado a través del día a día de esta familia. El personaje clave, además de Rudolph Höss, es la madre de la casa (interpretada por la magistral Sandra Hüller) quién no concibe la noción del mal en lo que sucede a su alrededor, por lo tanto, no es que hace oídos sordos a ello sino que para ella esto no existe. Aunque tiene plena conciencia del horror que subsiste al otro lado de la pared de su patio, lo percibe de una manera que la distancia de la realidad y la convierte simplemente en un ser maligno.
La magia de La Zona de Interés no es lo que ocurre en la pantalla sino el ambiente terrorífico y el mensaje que subsiste entre sus imágenes: al igual que el muro de la casa de los Höss, sabemos lo que pasa pero nunca lo vemos. Es la magistral dirección de Jonathan Glazer que muestra una escena fría y distante junto con el diseño sonoro de Mica Levi lo que hace de esta película una experiencia que no hay que perderse. Este último punto es la esencia pura de la película (por algo se llevó el Oscar a Mejor Sonido): sirve como una herramienta para mostrar cómo funciona un sistema genocida. La familia muestra indiferencia hacia ellos pero esos mismos sonidos no escapan a la atención de la audiencia. Mientras visualmente seguimos la rutina de una los Höss aparentemente feliz, el sonido nos narra una historia completamente diferente. Es la contraposición de las imágenes de flores con los gritos, las niñas jugando con los guardias castigando personas de fondo, los pájaros que se mezclan con el ruido de los hornos. La crudeza se manifiesta únicamente a través del sonido, intensificando la desesperación.
¿Qué ocurre cuando los villanos de una historia se presentan como personas totalmente comunes? Glazer acierta al no retratar a sus personajes como desagradables, violentos o desequilibrados. Son una familia perfectamente normal, con aspiraciones de gente normal, pero es allí donde reside el horror. Sería más sencillo para el espectador encontrar una representación exagerada y negativa del terror y de los nazis, pero el director opta por lo contrario. Es este el planteo que hace de La Zona de Interés una cinta terrorífica: nos hace enfrentarnos a una dura y oscura parte de la humanidad que todos conocemos en lo más profundo de nuestro ser porque existió en el pasado, existe en la actualidad y porque seguramente seguirá pasado.
La Zona de Interés es una adaptación del libro homónimo de Martin Amis (quién falleció el mismo día del estreno de la cinta en Cannes) aunque Glazer se tomó la libertad de sacarle la parte ficticia para retratar la parte más real juntandola con horas de archivos y material investigado. La historia original plantea un lado más romántico y dramático con la pareja principal enfrentados a la infidelidad pero la película decidió obviar esto.
Al igual que Christopher Nolan, quien en Oppenheimer optó por no representar el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, evitando mostrar el sufrimiento de miles de personas inocentes, Jonathan Glazer va un paso más allá. En su obra, demuestra que es posible conmover profundamente al espectador y despertar la conciencia sobre la maldad humana sin necesidad de mostrar ni una escena de violencia explícita. Y es esto mucho más espeluznante que ver los rostros de dolor.