La escalofriante maldición detrás de El bebé de Rosemary

El bebé de Rosemary, la célebre película de terror dirigida por Roman Polanski en 1968, no solo se destaca por ser una obra maestra del género, sino también por las tragedias y mitos de maldición que la rodean.
Desde su lanzamiento, este filme ha estado en el centro de una serie de eventos desafortunados que afectaron a sus colaboradores, alimentando la leyenda sobre una supuesta maldición en torno a la película.
Uno de los casos más trágicos asociados con la producción fue el del compositor Krzysztof Komeda. Tras una caída en una fiesta, Komeda cayó en un coma del cual nunca despertó, falleciendo meses después. Esta desafortunada coincidencia con la trama de la película, donde las brujas también manipulan el destino de los amigos de Rosemary, solo sirvió para intensificar los rumores de una maldición.
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William Castle, el productor, es otro ejemplo de cómo la película parecía llevar consigo una sombra oscura. Castle desarrolló cálculos renales severos poco después de la producción, y durante su estancia en el hospital, se dice que deliraba, llegando a mencionar escenas del filme. Aunque sobrevivió, su carrera nunca se recuperó completamente, sumido siempre en la figura de un productor de películas de serie B.
Además, el vínculo entre la película y uno de los crímenes más notorios de la historia de Estados Unidos -el asesinato de Sharon Tate- añadió una capa más oscura a esta historia. Tate, esposa de Polanski en ese momento y embarazada, fue brutalmente asesinada por seguidores de Charles Manson, en un crimen que los medios conectaron rápidamente con la temática de la película.
El Dakota, el emblemático edificio donde se rodó El bebé de Rosemary, también está envuelto en misterio y tragedia. Fue allí donde John Lennon, quien residía en el edificio, fue asesinado en 1980. Este suceso trágico contribuyó a la fama siniestra del lugar, que ya contaba con historias de apariciones fantasmales y otros fenómenos inexplicables.
Estos incidentes, combinados con el impacto cultural de la película y las tragedias personales de aquellos involucrados, han cimentado la reputación de El bebé de Rosemary como una obra envuelta en misterio y tragedia. La serie de desgracias vinculadas a la producción ofrece un recordatorio sombrío de cómo, a veces, la vida real puede reflejar el arte de maneras inesperadas y aterradoras.