El Jockey: una propuesta ambiciosa, pero cargada de excesos y sin rumbo
La nueva película de Luis Ortega se destaca por su estilo, pero falla a la hora de desarrollar sus personajes para ofrecer una narrativa coherente.
El Jockey, la nueva película de Luis Ortega, plantea una historia cargada de simbolismo que se destaca por estilo, pero que falla a nivel narrativo. Situada en un mundo de carreras clandestinas en Buenos Aires, la película se enfrenta a una crisis de identidad que la hace tambalearse entre el realismo mágico, el drama criminal y la exploración de la fluidez de género.
La película arranca con fuerza, presentando a Remo Manfredini (Nahuel Pérez Biscayart) en medio de una crisis personal y profesional. Como jockey en decadencia, su deterioro es evidente desde el inicio, pero en lugar de ahondar en las razones de su caída, Ortega opta por un desarrollo caótico que, aunque visualmente interesante, carece de un enfoque claro. La caída de Remo durante una carrera parece ser el punto de quiebre, pero lo que sigue es una serie de decisiones narrativas que confunden más de lo que aclaran.
A lo largo del filme, Ortega introduce elementos de realismo mágico y escenas surrealistas que, lejos de sumar, parecen desviar la atención de la trama principal complicando aún más el desarrollo de una narrativa coherente. Personajes como Sirena (Daniel Giménez Cacho), el jefe mafioso, y Abril (Úrsula Corberó), la pareja de Remo, aparecen como figuras estáticas, atrapadas en un mundo que se siente más como una puesta en escena teatral que una representación del mundo real.
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Remo, quien más tarde asume la identidad de Dolores, navega por Buenos Aires en un viaje introspectivo que busca redefinir su identidad, pero la falta de coherencia hace que esta transformación se sienta más como un recurso estilístico que como una evolución auténtica del personaje.
Uno de los mayores problemas de El Jockey es su inclinación por el simbolismo excesivo. Desde el túnel de nacimiento hasta la transición de género de Remo, la película está cargada de metáforas visuales que, en vez de enriquecer la experiencia, la sobrecargan. Temas de renacimiento y búsqueda personal aparecen a lo largo del filme, pero nunca terminamos de conocer lo suficiente a los personajes como para conectar emocionalmente con ellos.
Nahuel Pérez Biscayart destaca en su papel de Remo, haciendo lo posible por darle vida a un personaje que parece atrapado en una serie de decisiones narrativas inconexas. Su actuación no tiene el soporte necesario de un guion que, en lugar de explorar su complejidad emocional, se pierde en secuencias estilizadas que poco aportan al desarrollo de la historia.
Por momentos da la sensación de que Ortega se rodeó de aduladores que no pudieron ponerle freno a sus caprichos y excesos, lo cual termina perjudicando de manera considerable el resultado final del filme.
El Jockey tenía todos los ingredientes para ser una película personal y transgresora, pero su confusión estilística y narrativa la condenan a quedarse a mitad de camino. Ortega, quien había demostrado todo su talento en El Ángel y otras aclamadas producciones, no logra encontrar el equilibrio entre la forma y el fondo, dejando al espectador con una sensación de vacío y de confusión similar a la que transitan sus personajes.
Ficha técnica
El Jockey (Argentina, México, España, Dinamarca, Estados Unidos/2024). Dirección: Luis Ortega. Guion: Luis Ortega, Rodolfo Palacios, Fabián Casas. Fotografía: Timo Salminen. Música: Sune Rose Wagner. Edición: Rosario Suárez, Yibrán Asuad. Elenco: Nahuel Pérez Biscayart, Úrsula Corberó, Daniel Giménez Cacho, Daniel Fanego, Osmar Núñez, Roberto Carnaghi, Mariana Di Girólamo, Luis Ziembrowski, Jorge Prado, Roly Serrano, Adriana Aguirre. Duración: 96 minutos. Calificación: apta para mayores de 16 años. Distribuidora: Star Distribution. Nuestra opinión: regular.