Debes tener cautela para ver esta importante película dramática que narra un doloroso hecho real

El 20 de abril de 1999, dos adolescentes transformaron una tranquila escuela secundaria en Columbine, Colorado, en el escenario de una de las masacres escolares más impactantes de la historia. Dos estudiantes armados acabaron con la vida de 13 personas antes de suicidarse, dejando una herida que sigue abierta y encendiendo un debate sobre la violencia en las escuelas, las armas de fuego y el aislamiento juvenil. 

Por supuesto que el cine no tardó en reaccionar pero una pregunta quedó flotando en el aire: ¿cómo plasmar algo tan doloroso sin caer en el morbo o la dramatización excesiva?

El cine tiene el poder de retratar cualquier aspecto de la existencia humana, desde los más sublimes hasta los más oscuros. Pero con ese poder viene una responsabilidad: evitar que el arte se convierta en una explotación sensacionalista del dolor. Elefante (Elephant), dirigida por Gus Van Sant en 2003, decidió mirar de frente a este terrible hecho y logró alejarse de esta tentación. En lugar de dramatizar los hechos o buscar respuestas fáciles, la película adoptó un enfoque poético y observacional que la convirtió en una cinta sin igual de la historia del cine reciente.

Mirá el tráiler de Elefante:

Originalmente concebida como un documental televisivo sobre Columbine, Van Sant optó por una representación más libre y personal de los hechos realizando una película dramática. Para ello, escribió un guion abierto que permitió a los actores —todos jóvenes sin experiencia previa— improvisar durante los ensayos y el rodaje. Este enfoque dio como resultado una obra que respira naturalidad y realismo, mostrando los momentos más mundanos de un día cualquiera en una escuela secundaria antes de que la tragedia irrumpa.

Elafante sigue un día aparentemente normal en la vida de varios estudiantes de una escuela secundaria en Portland, Oregón. A través de una narrativa fragmentada y no lineal, acompañamos a estos jóvenes en sus interacciones, preocupaciones y rutinas a lo largo de la jornada. Sin embargo, esta normalidad se verá interrumpida por la llegada de dos estudiantes armados, quienes convertirán el entorno en un campo de violencia. La trama no busca explicar las motivaciones de los agresores, sino reflejar el contraste entre la banalidad de lo cotidiano y la brutalidad del acto final.

Lejos de ser una obra cómoda, es una cinta que desafía cualquier convencionalismo del cine. Su minimalismo, con diálogos escasos y la ausencia de una banda sonora tradicional, nos fuerza a reflexionar sobre lo que vemos sin ofrecernos respuestas inmediatas. Esta elección artística, aunque criticada por algunos como fría o distante, es también lo que hace que la película sea única y poderosa.

Elefante generó reacciones encontradas en su estreno. A pesar de las divisiones, la película obtuvo un importante reconocimiento en el Festival de Cannes de 2003, donde ganó la Palma de Oro y el premio al Mejor Director. Estos galardones consolidaron a Van Sant como uno de los cineastas más innovadores y desafiantes de su tiempo.

Al final, Elephant no es solo una película inspirada en Columbine; es una meditación sobre la fragilidad de la vida cotidiana y la manera en que el cine puede capturar, aunque sea fugazmente, lo inefable. Una obra inquietante y necesaria, que sigue resonando en una sociedad aún marcada por las mismas heridas que intentó mostrar. No te la pierdas en Max.