Esta es la escena más difícil de grabar de la historia del cine pero es de una película que fue un fracaso
Una escena que costó millones, rompió todos los récords técnicos… y terminó hundida en el olvido.

La película fue estrenada el 8 de junio de 2001 en los Estados Unidos.
Warner Bros. PicturesHacer cine nunca es tarea fácil: se necesita tiempo, dinero, equipos y, principalmente, la capacidad de volcar en la vida real eso que imaginamos. A veces, una idea ambiciosa puede movilizar a decenas de técnicos durante meses, diseñar sistemas de filmación inéditos y consumir millones de dólares por apenas segundos de pantalla. Ese fue el caso de Operación Swordfish, un thriller de 2001 que pasó sin pena ni gloria por las salas, pero que ostenta un récord que pocas producciones pueden igualar: haber ejecutado una de las escenas más difíciles y costosas de la historia del cine.
En el guion, la secuencia en cuestión ocupaba una sola palabra: "Kaboom". Pero detrás de esa onomatopeya se ocultaban once meses de trabajo, 135 cámaras instaladas en simultáneo y un gasto de cinco millones de dólares solo para capturar treinta segundos de explosión coreografiada al detalle. El objetivo era impactar al espectador con una escena de acción que superara todo lo visto hasta el momento, tomando como referencia el estilo de Matrix, estrenada apenas dos años antes.
“Durante esa escena, los coches de policía explotan, la gente vuela por los aires y había que cronometrarla para que cuando llegáramos a la cámara número 125, este tipo tuviera que estar volando dentro del encuadre. Nunca había visto una toma tan difícil de preparar”, explicó el director Dominic Sena. Fue necesario filmar por capas por seguridad: explosiones por un lado, vehículos por otro, extras volando en sets controlados. El rodaje tomó tres días, pero solo tras tres meses de planificación previa.
El nivel de detalle técnico fue abrumador: se construyó una plataforma capaz de sostener 135 cámaras fijas para lograr la sincronización exacta de cada micro-movimiento. El 85% de la escena fue hecha con efectos prácticos y el resto se resolvió en postproducción digital. Chris Bond, de Frantic Films, relató que el reto fue extremo: “Tuvimos que ralentizar 134 fotogramas hasta 400 por segundo y crear hasta siete fotogramas intermedios sintéticos entre cada toma debido a la curvatura de las cámaras en la escena”.
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Esta es la icónica escena:
A pesar de todo este esfuerzo, Operación Swordfish no consiguió ganarse el favor de la crítica ni del público. Aunque logró recaudar 147 millones de dólares en todo el mundo de un presupuesto de 102 millones y su promoción apostó más por escenas como el desnudo de Halle Berry que por el argumento. Los especialistas fueron lapidarios: Metacritic le dio 32/100 y se le criticó por priorizar el espectáculo sobre la lógica narrativa.
Hoy, la película es recordada más por sus anécdotas técnicas que por su valor cinematográfico. Una ironía dolorosa para cualquier cineasta: lograr una de las mayores hazañas de producción jamás registradas y, aun así, no poder evitar el fracaso. Porque a veces, ni el mayor “Kaboom” puede salvar una historia débil.