The Crown: un final apresurado que se adelanta a su tiempo y decanta por el melodrama
Las monarquías siempre han estado envueltas en misterio y fascinación. Eso es lo que han generado a lo largo de los siglos, incluso hasta el presente, a pesar de verse envueltas en polémicas y escándalos de todo tipo. Parte de esta esencia es la que quiso captar Peter Morgan con The Crown, el drama británico de Netflix sobre la Familia real británica estrenada en 2016.
Nadie puede negar que las primeras temporadas de la serie gozan de gran aclamación, especialmente por ese fastuoso retrato íntimo de la reina Isabel II, su familia, a menudo atravesados por una serie de importantes eventos históricos. Sin embargo, a medida que se fue acercando al presente, la serie comenzó a dejar de lado esa excelencia que exhibió en sus primeras temporadas, alejándose de ese retrato sofisticado de la Monarquía.
La primera parte de la sexta y última temporada dedicó cuatro episodios completos a retratar las semanas finales de Diana de Galés, con una gran interpretación de Elizabeth Debicki. Relegando al resto de los personajes a meros jugadores secundarios, especialmente el de la Reina, una vez más interpretada por una imperturbable Imelda Staunton, cuyo protagonista resulta indispensable a la hora de anclar la historia.
Mira el avance de los últimos episodios de The Crown:
Ahora Netflix lanzó los seis capítulos restantes de la temporada final, tratando de reencausar esa narrativa que en algún momento fue vital para el desarrollo de The Crown. Sin embargo, lo hace trastabillando en el camino, cayendo en lugares obvios y novelescos que no aportan nada nuevo ni interesante a la historia.
Los episodios restantes de la serie se meten de lleno con el personaje de William, interpretado por Ed McVey, a quien vemos lidiar con la muerte de su madre y su nuevo status de ídolo adolescente que provoca reacciones desmedidas entre las multitudes de jóvenes que se congregan a donde quiera que vaya. Incómodo y sin saber cuál es su rol a seguir, vemos a un William dubitativo e inseguro que se ve obligado a dejar el hermetismo de Eton para trasladarse a la universidad de St. Andrews donde conocerá a Kate Middleton, interpretada por Meg Bellamy.
Aunque su romance cobra centralidad, las circunstancias que lo rodean con un tanto forzadas. Incluso se toma el atrevimiento de trazar un paralelismo entre las manipulaciones hechas por Mohamed Al-Faye en torno al romance de su hijo Dodi y Diana, para colocar a la madre de Kate, Carol Middleton (Eve Best), como la gran artífice que guió a su hija para terminar en los brazos del príncipe.
Pero una vez más, lo interesante reside dentro de las paredes del palacio, ya que el verdadero drama no se encuentra en el problema de William para poder conseguir una cita, sino en los choques y las tensiones con su padre Carlos (Dominic West), quien no sabe cómo lidiar con el dolor de su hijo y la incomodidad que siente frente a su status como "young royal".
En cuanto al príncipe Harry, pobremente interpretado por un Luther Ford, su comportamiento es tal cual lo han exhibido los tabloides a lo largo de su vida. El segundo, el hermano rebelde e ignorado que no sabe qué hacer con su vida, y solo le interesa salir de fiesta, emborracharse y disfrutar que no debe cargar con el peso de la responsabilidad.
Los mejores episodios de la temporada final de The Crown son los tres últimos, que es cuando Peter Morgan logra reencausar la serie, devolviéndole ese brillo que ostentó desde sus inicios. Estos también son los que llevan a confrontar a la reina Isabel II con el inevitable paso del tiempo y las consecuencias del mismo. Algo que llega, desafortunadamente, demasiado tarde.
El octavo episodio, destinado a la princesa Margarita, la hermana de la reina, vuelve a estar magníficamente interpretada por Lesley Manville. Aquí la serie hace un juego fantástico entre el presente y el pasado, en donde vía flashback tenemos un vistazo de aquella noche en donde unas adolescentes Isabel y Margarita escapan del palacio para celebrar el fin de la Segunda Guerra Mundial. En contraste con el presente, la ficción busca ilustrar el cambio y el sacrificio que debieron hacer en sus vidas, especialmente Isabel, para renunciar a esa inalcanzable normalidad que nunca tuvo en su vida. A pesar de ocupar lugares distintos en la familia, y en la Corona, siempre estuvieron la una para la otra de forma incondicional.
Tras una vida plagada de excesos y vicios, la salud de la princesa Margarita comienza a deteriorarse. Luego de sufrir una serie de accidentes cerebrovasculares, su cuerpo comienza a apagarse, al igual que su vida, provocando un duro golpe para la reina, que con el correr de las décadas se ha vuelto experta en no sacar a relucir ningún tipo de emoción.
Los episodios finales están destinados a examinar el fin y la continuidad del reinado de Isabel II, cuando se sugiere poner en marcha los preparativos para una eventual fallecimiento de la monarca, planteando la posibilidad de abdicar en favor de su primogénito, el príncipe Carlos. Durante gran parte de la temporada se plantea el tema de la modernización de la monarquía frente a una poderosa caída de imagen de la misma en contraste con la creciente popularidad del primer ministro Tony Blair.
Dicho esto, la serie se mete de lleno en el presente dejando en claro que la reina ya no está entre nosotros, y ese sentimiento de finalidad se vuelve prácticamente tangible en los episodios finales. En especial en el último capítulo cuando Carlos obtiene la bendición de su madre para contraer matrimonio con Camilla. En esta instancia se sugiere que la reina pensó en abdicar el trono en favor de su hijo. No obstante, esa carga, ese deber y responsabilidad terminan pesando más sobre la reina, dejando en claro que no hay nadie tan preparado como ella para seguir ejerciendo el rol de soberana de la nación. Tal como le dice Phillip en los minutos finales, "tu naciste preparada para esto".
The Crown supo desplegar todo su esplendor cuando la historia se centraba en la reina Isabel II, y a partir de allí establecía un ida y vuelta en torno al resto de los personajes. Sin embargo, la última temporada dedica (y desperdicia) mucho tiempo a otras subtramas que, en última instancia, terminan siendo irrelevantes. Así como se dice que todo tiempo pasado fue mejor, también lo fue para el drama de Netflix que supo retratar a la monarquía británica dotando de humanidad a una institución regida por tradiciones y normas.
Suscríbete a nuestro newsletter para recibir todas las novedades y participar de concursos exclusivos desde aquí.