Tres errores que casi nadie notó en Lift: Un robo de primera clase
La película protagonizada por Kevin Hart se mantiene como la más vista de Netflix. Repasamos algunos errores que solo notaron los espectadores más atentos.
El viernes 12 de enero llegó a Netflix la película Lift: Un robo de primera clase y rápidamente se ha convertido en la cinta más vista de la plataforma de streaming en todo el mundo.
La divertida comedia protagonizada por Kevin Hart ha logrado un apabullante éxito desde su estreno, convirtiéndose en tendencia y escalando posiciones hasta ubicarse en lo más alto del top 10 de Netflix en gran cantidad de países.
"Un ladrón y su banda se preparan para dar un golpe de altura: robar 500 millones de dólares en oro de una caja fuerte… ¡a bordo de un avión a 9000 m de altitud!", indica la sinopsis de la cinta que triunfa en Netflix.
Mirá el tráiler de Lift: Un robo de primera clase
Si bien inicialmente pueden pasar desapercibidos, en Lift: Un robo de primera clase hay varios errores que los espectadores más atentos lograron detectar. A continuación repasamos algunos de ellos:
1) Los errores en los vuelos
Las escenas del avión están llenas de errores. Ningún avión vuela boca abajo durante tanto tiempo, en línea controlada, estable y recta. Además, ningún ala y/o motor sería capaz de cortar nieve y hielo como ocurre en la película. En tanto el vuelo de Londres a Zúrich tiene una duración total de solo 1 hora y 40 minutos, por lo cual el vuelo no sería operado por un Airbus A380. Las aerolíneas europeas actuales que operan este vuelo utilizan un Airbus A320 o A321.
2) El castillo mal ubicado
En una de las primeras escenas en las que aparece Jean Reno como Lars Jorgensen se puede ver el Castillo de Miramare al fondo con un título que dice "Toscana". Sin embargo, el Castillo de Miramare se encuentra en Friuli Venezia-Giulia, aproximadamente a 400 km de la frontera con Toscana.
3) El agujero de guion que muchos notaron
Huxley explica que Interpol necesita que Cyrus y su equipo roben la transferencia de oro porque la transacción en sí entre Jorgensen y los piratas informáticos de Leviatán es "totalmente legal". Sin embargo, dado que Interpol planea tomar posesión del oro incautado, en última instancia tendrían que devolverlo a Jorgensen, su legítimo propietario, quien a su vez simplemente reanudaría el trato con Leviatán, frustrando así todo el propósito de la operación.
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