Final explicado de Día cero: ¿por qué George decide exponer la verdad?
Repasamos los detalles detrás del impactante final de la serie protagonizada por Robert De Niro que se ha ubicado entre lo más visto de Netflix.
Día cero, la nueva serie de Netflix protagonizada por Robert De Niro, plantea una reflexión profunda sobre el costo de la verdad en un mundo donde las mentiras parecen ser la moneda de cambio habitual entre los poderosos.
El expresidente George Mullen, interpretado por De Niro, asume el liderazgo de una comisión especial tras un devastador ciberataque que provoca miles de muertes. La historia avanza entre sospechas, falsas pistas y conspiraciones que mantienen al espectador al borde del asiento.
Mirá el tráiler de Día cero:
Durante seis episodios, Mullen enfrenta no solo el peso de la investigación, sino también sus propios demonios personales. Un pasado marcado por la pérdida de su hijo Nick y una relación tensa con su hija Alex, quien paradójicamente forma parte del comité que supervisa sus acciones.
La serie juega constantemente con los límites morales del protagonista, quien experimenta ataques neurológicos provocados por un arma secreta llamada Proteus. Esta herramienta, desarrollada por el propio gobierno estadounidense, es utilizada para manipular sus recuerdos y desestabilizarlo.
Tras múltiples giros narrativos, la verdad resulta más devastadora que cualquier teoría conspirativa. La responsable inicial del ataque no es otra que Monica Kidder, una poderosa empresaria tecnológica que busca demostrar la ineficacia gubernamental frente a la supuesta eficiencia corporativa.

Sin embargo, el verdadero cerebro detrás de todo es Richard Dreyer, presidente de la Cámara de Representantes, quien ha reclutado incluso a la hija de Mullen. El objetivo: provocar un "shock al sistema" que justifique la creación de una comisión con poderes extraordinarios.
El dilema final del protagonista adquiere dimensiones trágicas. Por un lado, la presión para ocultar la verdad viene de todos los frentes. Su exesposa Sheila le suplica que proteja a su hija, mientras la presidenta Mitchell le pide mantener la confianza pública sacrificando la transparencia.

En un acto de valentía que destruye su vida personal, Mullen decide revelar toda la conspiración ante el Congreso. El precio es altísimo: su hija es detenida, su exesposa lo abandona y queda completamente solo, acompañado únicamente por su perro. El protagonista elige el camino más difícil, demostrando que la verdad, por dolorosa que sea, es un derecho universal que no debe ser negociado.