La polémica serie ganadora del Emmy que se esconde en Netflix y todos deben ver
No todos los días una serie ganadora de un Emmy, reconocida en la lista de los Mejores Programas de TV del New York Times en 2023 y 2024, parece pasar desapercibida. Sin embargo, ese es el caso de Samurái de ojos azules (Blue Eye Samurai).
Este anime se encuentra en un cruce curioso dentro del mundo de la animación. Con 4.8 millones de visualizaciones en sus primeras dos semanas en Netflix, una puntuación del 97% en Rotten Tomatoes y un Emmy en su haber, nadie podría decir que está infravalorado o que es un fracaso comercial. Y aun así, esta serie bellamente animada apenas es mencionada entre el público que más podría apreciarla: los fans del anime.
Esta historia de venganza producida en Francia, creada por Michael Green y Amber Noizumi, cuenta con una ambientación histórica japonesa, combates de samuráis tan fluidos que algunos los consideran sakuga a pesar de su animación CGI, e influencias evidentes de Samurai Champloo y Ninja Scroll. A pesar de estas cualidades, una combinación de factores ha mantenido la serie a distancia de los puristas de este estilo de animación japonesa.
¿Cómo el ganador del Emmy se convirtió en un forastero cultural dentro del anime?
La ironía de que Samurái de ojos azules enfrente dificultades similares a las de su protagonista, no pasa desapercibida para quienes la han visto. La trama cuenta una historia familiar, aunque narrada de forma innovadora: Mizu, una joven mitad japonesa y mitad blanca, debe ocultar su género y herencia mixta para sobrevivir en el Japón aislacionista del período Edo y evitar la persecución.
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De manera similar, aunque menos extrema, los orígenes europeos de la serie, su estilo CGI y su elenco repleto de estrellas de Hollywood han enmascarado su verdadera esencia.
Creada por el estudio francés Blue Spirit, notablemente ajeno a la industria japonesa de animación, la serie ha sido examinada con escepticismo y considerada por algunos como "un no anime", a pesar de que su esencia sugiere lo contrario.
Varios factores contribuyen a este escepticismo. Su elenco de voces, que incluye a Maya Erskine, Brenda Song, George Takei y Kenneth Branagh, parece una estrategia de Netflix para atraer a audiencias occidentales. A pesar de cumplir con muchas de las características temáticas que la calificarían como un favorito del anime, Samurái de ojos azules parece atrapado en un limbo: es una historia sobre la pertenencia que, paradójicamente, no encuentra su lugar.
Un estilo de animación único polariza a los fans del anime
El lenguaje visual representa otro obstáculo para los puristas del anime. Su estilo distintivo, se desvía del estilo tradicional dibujado a mano que muchos consideran esencial para el medio. Sin embargo, este escepticismo eclipsa la verdad: Samurái de ojos azules celebra la tradición japonesa, tanto cultural como animadamente. Wu, cuyos antecedentes incluyen Mulan, Spider-Man: Across the Spider-Verse y Game of Thrones, diseñó intencionalmente una estética que honra las tradiciones japonesas mientras las evoluciona.
Aun así, hay argumentos en contra de su clasificación como anime. Los críticos han señalado más influencias del bunraku (un tipo de teatro de marionetas japonés) y del cine de acción en vivo como Kill Bill que de algún anime en particular. Esta innovación creativa le ha valido elogios en el mundo mainstream, pero también ha impedido que se alinee con la estética tradicional del anime.
Además, la postura de los creadores con respecto a su relación con el anime ha sido ambigua. Ya sea de manera intencional o no, Michael Green y Amber Noizumi han evitado etiquetar la serie como anime en sus declaraciones públicas. Citan las películas de Akira Kurosawa y la trilogía del dólar de Clint Eastwood como influencias clave, omitiendo notablemente cualquier referencia al anime.
A pesar de los debates sobre su identidad, lo innegable es que Samurái de ojos azules es una obra magistral que merece ser vista más allá de etiquetas. Su éxito crítico y comercial demuestra que la animación, sin importar su origen, puede trascender fronteras y desafiar convenciones. Quizá sea momento de dejar de preguntarnos si esta serie es "realmente un anime" y, en su lugar, reconocerla por lo que es: una historia visualmente impactante, narrativamente poderosa y digna de un lugar en la conversación sobre lo mejor que el medio tiene para ofrecer.