La escalofriante historia real detrás de la nueva docuserie de Netflix
Mientras Rex Heuermann, un arquitecto acusado de asesinar a varias trabajadoras sexuales en las proximidades de Gilgo Beach, aguarda su juicio, Netflix estrenó una reveladora docuserie sobre este escalofriante caso. Chicas desaparecidas: El asesino en serie de Long Island, dirigida por Liz Garbus, promete arrojar luz sobre una investigación que conmocionó a Estados Unidos durante más de una década.
La serie documental de tres episodios presenta testimonios de familiares y amigos de las víctimas, así como de autoridades policiales que han trabajado en el caso desde la desaparición de Shannan Gilbert en 2010. Garbus ya había abordado esta temática anteriormente al entrevistar a seres queridos de las víctimas para "Lost Girls", un largometraje de 2020 protagonizado por Amy Ryan y Lola Kirke.
Mirá el tráiler de Chicas desaparecidas: El asesino en serie de Long Island:
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"Esperábamos que esto ejerciera mayor presión pública para conseguir justicia para estas familias", declaró Garbus a la revista TIME. Tras el arresto de Heuermann en 2023, cuando se le imputaron los asesinatos de siete mujeres, la directora retomó contacto con algunas familias y comenzó a trabajar en esta nueva docuserie.
Un punto de inflexión en la investigación llegó en 2021 con el nombramiento de Rodney Harrison como nuevo comisionado de policía del condado de Suffolk. Harrison creó en 2022 un grupo especial de investigación de homicidios de Gilgo Beach, integrado por funcionarios federales, estatales y locales. Este equipo digitalizó las evidencias para facilitar su análisis.
Las autoridades buscaban a alguien que midiera más de 1,93 metros y condujera una camioneta Chevy Avalanche. Sabían que las mujeres desaparecidas habían recibido llamadas desde un teléfono desechable. Posteriormente determinaron que dicho teléfono pertenecía a alguien que viajaba diariamente desde Massapequa Park hasta la ciudad de Nueva York.
El grupo especial comenzó a vigilar a Heuermann, esposo y padre de dos hijos que trabajaba en una firma de arquitectura en Manhattan. Observaron que donde iba Heuermann, allí estaba también el teléfono desechable. Lo vieron comprar minutos para este dispositivo y descubrieron cuentas de correo anónimas que utilizaba para contactar a acompañantes.
Para obtener una muestra de ADN, las autoridades recuperaron una caja de pizza que Heuermann había desechado. El perfil genético coincidió con cabellos encontrados en una de las escenas del crimen. Un excolaborador del arquitecto recordó que este poseía un conocimiento profundo de las zonas costeras de Long Island.
La policía descubrió cientos de armas de fuego en el sótano de Heuermann y confiscó su computadora. Sus búsquedas en internet estaban relacionadas con la investigación de los asesinatos de Gilgo Beach, las víctimas y pornografía centrada en el abuso contra mujeres.
Un avance crucial ocurrió cuando los investigadores recuperaron un documento eliminado de un disco duro en la casa del sospechoso. El archivo detallaba prácticas para torturar víctimas, listados de equipos necesarios y métodos para deshacerse de evidencias. Hasta la fecha, Heuermann se ha declarado inocente de los siete cargos por asesinato.
La mayor incógnita sigue siendo el móvil de estos crímenes. Garbus no llegó a ninguna conclusión definitiva sobre qué habría llevado al presunto asesino a atacar trabajadoras sexuales, pero señala que estas constituyen una población muy "vulnerable". "Tenía citas con personas que trabajaban como acompañantes, y aunque algunas sospechaban de él, no acudían a la policía por temor a ser arrestadas", explicó.
Amanda Funderburg, hermana de una de las víctimas, Melissa Barthelemy, calificó a Heuermann como un "monstruo" y señaló que "no era tan inteligente como él pensaba". Otros familiares mantienen una cautela esperanzada. Elizabeth Meserve, tía de Megan Waterman, otra de las mujeres que Heuermann está acusado de asesinar, comentó: "Cuando alguien sea declarado culpable, entonces será como... encontramos al asesino de Megan. Pero creo que nadie quiere hacerse demasiadas ilusiones para luego decepcionarse".
La docuserie también examina los obstáculos políticos locales que entorpecieron el caso, así como el estigma social contra las trabajadoras sexuales. "Cuando empiezas a conocer a estas familias que perdieron a sus seres queridos, esperas que eso te haga cuestionar cómo miras estas historias en el futuro", reflexionó Garbus.