The Crown: así fue el incendio del Castillo de Windsor que muestra la quinta temporada

Después de cuatro temporadas muy exitosas, The Crown regresó a Netflix con la quinta temporada del galardonado drama sobre la monarquía británica. En esta oportunidad, la quinta entrega aborda el “annus horribilis”: durante 1992, la reina Isabel II se enfrentó a las separaciones matrimoniales de sus tres hijos mayores.

El periodista Andrew Morton también reveló las desdichas que padecía Lady Di en su libro, el cual fue titulado Diana: Su verdadera historia. Asimismo, Daily Mirror compartió las imágenes en las que John Bryan le comía los pies a Sarah Ferguson. La frutilla de la torta fue el castillo de Windsor, el cual se prendió fuego mientras la majestad y el príncipe Felipe celebraban 45 años de casados.

Así fue el trágico incendio del castillo de Windsor

El duque de York era el único miembro de la familia real que se encontraba en el lugar el 20 de noviembre de 1992. A las 11:37, hora local, comenzaron a sonar las alarmas contra incendio, y la reina Isabel II no se encontraba en el castillo de Windsor, ya que tenía previsto pasar el fin de semana en el campo.

Según reveló el mismísimo príncipe Andrés en una rueda de prensa improvisada, cuando escuchó las alarmas decidió unirse al personal de la casa que trataba de salvar las pinturas más valiosas. Los turistas que recorrían las estancias públicas del edificio tuvieron que ser evacuados. Al mismo tiempo, llegaron al lugar patrullas de 150 bomberos con 30 camiones y cuatro grúas.

"Tratamos de poner a salvo cuadros, relojes, muebles, todo tipo de objetos irreemplazables, pero el fuego se propagó con una rapidez terrible. Inevitablemente, algo se habrá perdido. Aún no sabemos cuánto. Puedo asegurarles que lo que hemos visto ahí dentro era un desastre bastante feo”, lamentó el hijo de la reina.

El incendio, que también se puede ver retratado en la nueva temporada de The Crown, comenzó en la capilla privada de la familia. Dicho lugar estaba siendo sometido a diferentes obras de restauración, las cuales incluían una renovación de la instalación eléctrica. De esta manera, en primer lugar se creyó que una chispa de un cortocircuito provocó el accidente; sin embargo, también existió otra teoría: una luz de trabajo fue la que terminó prendiendo la cortina del altar.

El fuego destruyó nueve de las principales salas y también dañó muchas más. A las ocho de la tarde del mismo día, todos creían que el fuego finalmente se había apagado. Sin embargo, el lumbre se reavivó: el incendio se logró extinguir finalmente a primera hora de la noche, gracias a una llovizna que comenzó a caer sobre la residencia.

Los empleados lograron salvar la mayoría de las obras de arte, pero los perjuicios estructurales quedaron muy dañados: esto sucedió por la mezcla del fuego y del agua utilizada por casi 200 bomberos. Otro problema fue que, al igual que otras propiedades de la familia real, Windsor no estaba asegurado.

Esto provocó que los medios de comunicación comenzaran a preguntarse quién debía afrontar los costes de reparación. Aunque Peter Brooke, ministro del Patrimonio, había dicho que la administración pública iba a pagar los daños, miles de personas y numerosos diputados se mostraron en contra ya que todos creían que la familia real debía pagar los daños.

De esta manera, a la reina Isabel II se le ocurrió una idea: abrir el Palacio de Buckingham para los turistas con el deseo de que visitaran el lugar mientras ella se encontraba de vacaciones. La entrada costaba un total de 10 libras y con ese dinero recaudado iban a pagar todos los daños del castillo de Windsor.

Cabe destacar que fueron casi 400 mil personas las que visitaron el Palacio en el verano de 1993 y que, finalmente, el dinero se utilizó para la restauración que costó 37 millones de libras y duró hasta 1997.

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