La “polémica” de Lightyear y el paradigma de nuestro atraso

En el clásico italiano Cinema Paradiso, al final de la película, Salvatore recibe un regalo que le dejó Alfredo, el proyectorista de la sala de su pueblo y el responsable de su amor por el cine. Este regalo eran los fragmentos de las películas que el pequeño Salvatore Di Vita había visto de niño y que habían sido censuradas por el sacerdote local. Estos fragmentos eran, en su mayoría, apenas un beso entre un hombre y una mujer.

La escena, cargada de emotividad por todo lo que cuenta la película sobre la vida de Salvatore, también tiene implícita lo ridícula de la decisión del sacerdote de recortar esos fragmentos: apenas un corto beso, una mujer frotándose las piernas y como mucho una mujer sin remera eran suficientes para el escándalo de ese hombre. 

Cinema Paradiso fue estrenada en 1988 y está ambientada en los primeros años de la postguerra, alrededor de 1950. O sea que si tenemos en cuenta sus elementos temporales, la decisión de la censura podría tener cierta justificación temporal, es decir, para la época en la que está ambientada la película, la decisión de recortar fragmentos “inapropiados” no es el eje de la historia, no trae consigo el cuestionamiento profundo de la censura, nosotros, al verlo por lo menos 50 años después lo notamos rápidamente. 

Retrotraernos a esta icónica escena del cine sirve como puente para pensar en lo que está pasando respecto a la película Lightyear. Un corto fragmento de una escena incluye un beso entre dos mujeres, fue motivo suficiente para que fuera prohibida en una gran cantidad de países de Medio Oriente, en algunos de los cuales la homosexualidad es considerada un delito, y también una furiosa reacción de parte del público que critica explícitamente que aparezca esto en una película para niños. Incluso en algunas salas de cines la sinopsis de la película incluye la leyenda “contiene escenas con ideología de género”. 

Si bien no es fácil determinar exactamente qué tan aceptada se encuentra la homosexualidad en las distintas sociedades. se podría pensar que en gran parte del mundo occidental está, por lo menos, lo suficientemente avanzados como para aceptar que existe. Sin embargo, una vez más nos enfrentamos a una reacción que nos resulta incómoda. Para muchas personas, el tener que explicarle a un niño que dos personas del mismo género se besen les resulta terrible. Además, incluye intrínsecamente que hubiera que explicarles algo inexorablemente, como si el propio rechazo no fuera fruto de nuestra educación, crianza y convenciones a las que fuimos expuestos desde el día de nuestro nacimiento. 

¿Qué tan alejados están aquellos espantados que prefieren alejar a sus hijos, prohibir la película o incluir un mensaje de prevención con el personaje del Padre Adelfio en Cinema Paradiso? El cine demuestra una vez más que, como representación de la realidad, aunque sea en fragmentos, interpela al público más allá de la ficción, y a su vez explicita o deja entrever que como sociedad estamos muy lejos de aceptar las distintas inclinaciones sexuales de todos. 

Esperemos que más temprano que tarde una porción ampliamente mayoritaria pueda rever en alguna película a un país prohibiendo una película por un beso entre dos mujeres y note lo ridículo que resulta. Ojalá alguna vez el ejemplo análogo a la censura del Padre Adelfio sea motivo de risa y no de preocupación, y que un beso sea un beso y ya. 

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