Argentina, 1985: en busca del aplauso fácil y subestimando al espectador

Argentina, 1985: en busca del aplauso fácil y subestimando al espectador

La película de Santiago Mitre, que se estrenó esta semana en los cines argentinos, nunca desafía al espectador y lo subestima al retratar el Juicio a las Juntas de la manera más obvia y "tribunera" posible.

Kevin Maroto

Kevin Maroto

"Argentina, 1985" no es una película necesaria. Sí, esta crítica arranca con una provocación, algo que la película de Santiago Mitre no hace en sus 140 minutos de metraje. El filme de Mitre nunca desafía al espectador y lo subestima retratando el Juicio a las Juntas como si fuera un cuentito para nenes de 6 años.

Todo es tan obvio, tribunero y subrayado que se superponen los personajes lanzando proclamas como "tiene voz de facho", "la clase media siempre apoyó dictaduras", "vas a meter preso a Videla", “les vamos a dar a las víctimas el juicio que no le dieron los militares”, entre otros clichés que generan un poco de vergüenza ajena a esta altura.

Es una pena que Santiago Mitre, que ya demostró que sabe contar grandes historias de manera cinematográfica (en la mejor tradición del cine clásico), en esta ocasión decida caer en lo panfletario, buscando el aplauso fácil y recurriendo al diálogo expositivo como único recurso narrativo para hacer avanzar la historia.

En algún momento la película coquetea con la posibilidad de cuestionar el accionar del fiscal Julio Strassera (interpretado de manera impecable por Ricardo Darín) durante la dictadura, pero rápidamente abandona ese camino que resultaba mucho más interesante y dotaba de matices al filme.

Además, Mitre termina cayendo en el golpe bajo de mostrar testimonios desgarradores -con la música de violines correspondiente de fondo- de personajes que nunca fueron presentados ni desarrollados, con lo cual el impacto es prácticamente nulo por más terrible que sea lo que están relatando.

La película de Mitre le tiende una trampa muy astuta a quienes la ven, colocando al espectador en una posición en la que si no le gusta o si la critica en ciertos aspectos pasa a ser un "facho defensor de Videla". Es por esto que nadie se atreverá a marcar las fallas o la falta de valentía de una película muy cómoda y que desde lo formal es un gran retroceso en la carrera del director, a pesar de que seguramente sea su cinta más exitosa.

Cuesta entender que grandes películas sobre la dictadura como "La larga noche de Francisco Sanctis", "Rojo" o "Azor" hayan pasado prácticamente desapercibidas mientras se llena de elogios a un filme que subestima de una manera tan burda al espectador.

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