Crítica de Gladiador 2: la secuela de Ridley Scott es un espectáculo épico que revive la grandeza de la original
Ridley Scott vuelve a la arena con una secuela explosiva, llena de acción, y un espectáculo visual que cumplirá todas las expectativas.
Han pasado más de dos décadas desde que Ridley Scott conquistó al mundo con Gladiador, en un viaje épico de honor y venganza. Tras el recibimiento unánime por parte de la crítica y el público, y consagrarse con el Oscar a Mejor película y Mejor actor para Russell Crowe, 24 años después el director regresa con Gladiador 2, una cinta que retoma el espíritu del original pero con una visión renovada.
Esta vez, el protagonismo recae en Lucius, interpretado por Paul Mescal, el hijo exiliado de Lucila, quien es capturado por el ejército romano y es obligado a luchar como gladiador, tal como lo hizo Máximo en la película original. Su viaje comienza como una búsqueda de venganza contra el general romano Marco Acacio, interpretado por un contundente Pedro Pascal, pero pronto se transforma en algo más. La Roma en la que Lucius debe ganarse su libertad como luchador no es la que su abuelo, el emperador Marco Aurelio soñó, ni mucho menos por la que su padre Máximo luchó.
Esta continuación no solo retoma el mundo creado en la primera Gladiador, sino que lo expande y le añade capas de profundidad. En esta ocasión no solo seguimos el camino del héroe, sino que nos adentramos en el mundo de la política, en donde la ambición y la búsqueda de poder se han transformado en el objeto de deseo de quienes lo ostentan y quienes lo anhelan.
Tráiler oficial de Gladiador 2:
Roma, lejos de haber alcanzado un período dorado tras la victoria de Máximo sobre Cómodo (Joaquin Phoenix), se presenta más peligrosa, decadente y corrupta que nunca. El Senado se encuentra debilitado y algunos de sus miembros tratan de mantener la cordura frente a los emperadores gemelos Geta y Caracalla, cuyos caprichos y excentricidades hacen ver al político más nefasto como una buena persona. Estos nuevos emperadores, interpretados por Joseph Quinn y Fred Hechinger, se presentan como figuras caóticas e impredecibles, a la vez que inquietantes. Ambos actores están muy bien, pero es Quinn quien lleva la batuta y destaca en cada aparición.
En medio de este contexto, Lucius buscará dejar todo en la arena para enfrentarse al hombre que le arrebató su apacible vida en el exilio. Sin embargo, el joven protagonista pronto descubrirá que está a merced de quienes buscan poder y no grandeza, por lo que deberá encontrar la forma de reconciliarse con su pasado, con sus orígenes nobles y restaurar el honor al pueblo romano.
Tras ser capturado como esclavo, Lucius hace su camino a la arena de la mano de Macrinus, interpretado por un bestial Denzel Washington, un ex gladiador que alcanzó su libertad y se dedica a comerciar luchadores. Pero Macrinus es un personaje cuyas motivaciones son ambiguas que de a poco van revelando su verdadera naturaleza. El actor ganador del Oscar se luce en cada escena, donde por momento se presenta con un carisma arrollador o como una amenaza latente.

Mientras Macrinus busca abrirse paso y ganar más poder, nos reencontramos con el personaje de Lucila, nuevamente encarnada por Connie Nielsen. Con mucho más peso que en la cinta original, Lucila, ahora casada con el general Acacio, elabora un plan para derrocar a los emperadores y liberar a Roma de la opresión, sin saber que su hijo Lucius ha regresado a Roma, luego de haberlo enviado lejos para protegerlo.
Como no podía ser de otra forma, la presencia de Máximo está presente en todo momento en la secuela. Aunque la gente recuerda su nombre entre susurros, quienes lo conocieron se encargan de enaltecer su figura y su legado a través del recuerdo, especialmente Lucila, y luego el propio Lucius.

Mescal como Lucius es quien se lleva la atención y logra llevar la película sobre sus hombros la mayor parte del tiempo. Sin embargo, su historia personal es muy similar a la Máximo, su padre. Desde la muerte de su esposa Arishat, su esclavización y su lucha como gladiador en busca de venganza, todo se siente muy familiar y la comparación no siempre sale favorecido.
Uno de los aspectos en donde Gladiador 2 es verdaderamente sobresaliente es en lo visual y la puesta en escena. Es casi una obligación afirmar que nadie filma secuencias de acción y escenas de lucha como Ridley Scott. Si la apuesta de la primera Gladiador resultaba imponente, lo que logra en esta continuación es de proporciones colosales. El director redobla la apuesta mostrando no solo la brutalidad de la guerra, dentro y fuera de la arena del Coliseo, sino incluye impactantes batallas navales, rinocerontes y hasta enfrentamientos con babuinos furiosos. Pero es en los duelos cuerpo a cuerpo entre los gladiadores donde saca a relucir es costo emocional y físico de la lucha.

Sí es cierto que se toma algunas licencias históricas, pero lejos de restarle mérito, la exageración de algunos momentos refuerzan la opulencia brutal de la antigua Roma. La sangre fluye sin límites, con decapitaciones, extremidades cortadas y peleas que rozan lo cómico por su exceso. Así como Scott parece disfrutar cada momento, se asegura que nosotros como espectadores no desviemos la vista ni un segundo de la pantalla. Claro que todo este espectáculo visual y técnico no sería nada sin la banda sonora. Aunque la secuela no cuenta con la partitura épica de Hans Zimmer, el compositor Harry Gregson-Williams hace un muy buen trabajo añadiendo nuevas melodías y sonidos.
A pesar de retomar muchos elementos de la primera entrega, Gladiator 2 logra encontrar su propia identidad. La combinación de acción, intriga política y un tono ligeramente más relajado le da frescura a una historia conocida. Aunque quizás no alcance el estatus de su predecesora, está claro que Ridley Scott creó un espectáculo audaz, diseñado para divertir y asombrar, dejando en claro que aún tiene mucho para ofrecer.
En última instancia, Gladiador 2 no solo revive el espíritu de la original, sino que le rinde homenaje y amplía el legado de Máximo y su lucha por el honor y la libertad con nuevos personajes e historias a la altura de las circunstancias, convirtiéndola en una secuela épica digna de total admiración.