Disney se enfrenta a una compleja demanda por el uso de CGI por “resucitar” a Peter Cushing
Ocho años después de Rogue One, una demanda contra la compañía ha tocado su puerta en un terreno poco explorado.
El uso de CGI en la industria del cine ha pasado de ser una novedad a convertirse en una herramienta esencial en las grandes producciones. Desde la creación de mundos fantásticos hasta la resurrección de personajes icónicos, la tecnología ha permitido a los estudios expandir sus límites creativos. Cada día, más producciones recurren al CGI para mantener vivos a actores fallecidos o rejuvenecer a estrellas envejecidas.
La técnica parece una maravilla milagrosa que con los años mejora y comienza a pasar desapercibida, sin embargo, este avance no está exento de controversia. El ejemplo más reciente se ha dado a conocer esta semana y tiene que ver con un estreno que ya tiene muchos años. Disney enfrenta por la recreación digital del actor Peter Cushing en Rogue One: Una historia de Star Wars.
Ocho años después del estreno de Rogue One en 2016, Tyburn Film Productions ha presentado una demanda contra la compañía por la recreación digital de Cushing como Moff Tarkin, uno de los personajes clave del Imperio en la saga de Star Wars. Lo que ocurre es que el productor Kevin Francis, amigo cercano de Cushing, alega que la compañía utilizó la imagen del actor sin la autorización necesaria, infringiendo un contrato firmado antes de su muerte en 1994.
El casi no solo tiene que ver con una cuestión jurídica sino que también plantea un dilema ético sobre el uso de la imagen de actores fallecidos sin su consentimiento explícito.
Disney ha respondido a la demanda afirmando que tiene en su poder un contrato firmado por Cushing en 1977, cuando participó en el rodaje de Star Wars: Episodio IV - Una nueva esperanza. Según la compañía, este acuerdo les otorga los derechos de la imagen del actor, lo que justificaría la inclusión de su rostro en Rogue One mediante tecnología CGI. No obstante, Francis sostiene que un documento posterior de 1993 anula cualquier permiso previo, exigiendo que cualquier uso futuro de la imagen de Cushing fuera autorizado personalmente por él.
El proceso para recrear digitalmente a Cushing no fue sencillo. Se utilizó al actor Guy Henry como base física, y posteriormente, en postproducción, se añadió el rostro del actor fallecido. Este tipo de tecnología, que ya se ha visto en otras producciones como The Mandalorian con la rejuvenecida imagen de Mark Hamill o el homenaje a Carrie Fisher en el Episodio IX: El ascenso de Skywalker.
La técnica ha sido aplaudida por algunos por su realismo, pero criticada por otros que consideran que cruza una línea moral en el uso de la imagen de personas fallecidas.
El Tribunal Superior de Londres se encuentra ahora ante la tarea de resolver este caso, en una área legal aún poco explorada. Si bien no está claro si el demandante tendrá éxito en su demanda, el juez encargado ha declarado que la cuestión no puede ser desestimada a la ligera, dado que plantea preguntas fundamentales sobre los derechos de imagen en la era de la inteligencia artificial y el CGI.
Este caso no es aislado. En la industria del cine, varios estudios han utilizado la imagen de actores fallecidos en producciones recientes, lo que ha llevado a un debate sobre los derechos de imagen y las implicaciones éticas de "resucitar" a una persona para la pantalla. Mientras las leyes intentan ponerse al día con la tecnología, Hollywood sigue explorando las posibilidades del CGI, aunque con una creciente atención a las posibles repercusiones legales.