El momento improvisado en Orgullo y prejuicio que marcó para siempre a los romances de época
La adaptación de la novela de Jane Austen de 2005 cuenta con una escena que marcó a los fans y nadie puede olvidar.
Orgullo y prejuicio es desde hace tiempo una de las obras de época más aclamadas por la crítica y el público. La novela original, escrita por Jane Austen, se centra en una dinámica de enemigos-enamorados entre el Sr. Darcy y Elizabeth Bennet en medio del frenesí de la Temporada social inglesa.
La razón por la que aún resuena entre tantos lectores y espectadores radica en su moderna historia central protagonizada por mujeres, en la que éstas tienen un raro sentido de la agencia durante la época de la Regencia.
La novela ha sido adaptada al cine y la televisión en varias ocasiones, pero la más famosa de todas ellas es sin duda la de 2005, protagonizada por Keira Knightley y Matthew Macfadyen en los papeles principales.
Lo que hace de Orgullo y prejuicio, a pesar de las diferencias con el libro, un espectáculo memorable y un romance que nunca pasa de moda, es la química orgánica entre los protagonistas, reforzada por una escena improvisada que se ha hecho famosa: la flexión de la mano del Sr. Darcy.
Explicación de la improvisada flexión de manos de Matthew Macfadyen

El momento en que el Sr. Darcy toca la mano de Elizabeth tiene lugar a los 25 minutos de película, después de que ambos hayan intercambiado indirectas y miradas varias veces en diversos ambientes sociales. Cuando Elizabeth va a subir al carruaje de su familia, el Sr. Darcy la sorprende cogiéndole la mano para ayudarla. La cámara se acerca a las manos desnudas de ambos (algo escandaloso para la época), que se tocan por primera vez.
Antes de que Elizabeth pueda percibir el gesto, el Sr. Darcy ya se ha dado la vuelta para marcharse sin decir palabra. Una vez más, la cámara se acerca y la mano del Sr. Darcy ocupa la mayor parte del encuadre. Sus dedos se flexionan, casi como angustiados. La tensión resuena en la pantalla.
Este impresionante momento cinematográfico no ha pasado desapercibido para las numerosas legiones de fans de la película, ni para el reparto y el equipo de la misma.
En los casi 20 años transcurridos desde el estreno de la cinta, Macfadyen explicó en una entrevista que improvisó la flexión de la mano durante un ensayo, y al director Joe Wright le gustó tanto que planeó un primer plano específico de la misma en el montaje final.
A pesar del impacto cultural de la flexión de la mano, el actor reveló que al principio dudó al aceptar el papel de Darcy. Sin embargo, la crítica no está de acuerdo con estas dudas, ya que la película sigue teniendo una sólida puntuación de 87% en Rotten Tomatoes.
Una historia construida a base de sutilezas

Una ceja levantada de Elizabeth Bennet a su hermana mientras baila con un pretendiente fastidioso. La mirada reticente del Sr. Darcy, que observa desde un rincón sombrío cómo se desarrolla ante él un animado baile. La incapacidad de Jane para establecer contacto visual directo con el Sr. Bingley, para no derrumbarse por completo. Y, quizás por encima de todos los demás momentos de intimidad que se nos revelan en la película, la mano flexionada del Sr. Darcy cuando se aleja enérgicamente de Elizabeth Bennet, tras haberla tocado por primera vez.
"En los últimos 15 años, había olvidado hasta qué punto eso condicionó el montaje [de la película]", comentó en una entrevista el editor de la cinta, Paul Tothill. "Son todas esas sutilezas".
En un reportaje entre bastidores de la cinta, Keira Knightley explicó la importancia de su primer contacto. "En realidad no se tocan" dice la actriz, refiriéndose a los hombres y mujeres del siglo XVIII. "Las mujeres no dan la mano a los hombres, así que la primera vez que Darcy toca a Elizabeth es cuando la ayuda a subir al carruaje. Es un momento realmente hermoso, porque es el primer contacto piel con piel, y creo que hoy en día no nos lo pensamos dos veces en absoluto".
La flexión de manos fue un gesto sutil, pero inmensamente memorable que resultó ser un momento crucial para crear una química creíble entre el torpe Sr. Darcy y la audaz Elizabeth Bennett. Fue un momento poco frecuente en el que un protagonista masculino sintió que le costaba ocultar sus sentimientos románticos y que, sin duda, se deshacía bajo el peso de sus afectos en una obra de época británica. A pesar de sus desacuerdos y malentendidos, él no puede contener el amor que siente por ella, y el gesto realizado con la mano fue la forma perfecta de representar este sentimiento en acción.