Obras maestras del cine que debes ver al menos una vez en la vida
Estas cinco películas, de épocas y orígenes distintos son un piezas claves y ejemplos claros de la grandeza del séptimo arte.

Cada una de estas películas es un nombre inolvidable del cine.
Paramount PicturesDesde que el cine es cine, cada año nos llegan nuevas películas. Comedias, thrillers, dramas y epopeyas que se suman al caudal inagotable de imágenes que compone la historia del séptimo arte. Algunas se olvidan rápido, otras se recuerdan con cariño. Pero unas pocas, son capaces de atravesar generaciones y mantenerse vivas e inolvidables.
Porque si hay algo que define a una obra maestra es su resistencia al paso del tiempo. No importa si fue filmada en blanco y negro o si su idioma original no es el nuestro, lo que importa es que pueden hacernos sentir, pensar y mirar el mundo desde otra perspectiva. Como un libro esencial o una canción eterna, hay películas que funcionan como una puerta abierta a una experiencia transformadora.
Por eso, esta selección no responde a modas ni rankings, son películas fundamentales. Cada una, a su manera, marcó un hito. Y si todavía no las viste, quizás este sea el mejor momento para descubrirlas.
La ventana indiscreta (1954) – Alfred Hitchcock
El maestro del suspenso creó con Rear Window una historia inquietante y sofisticada que sucede casi por completo en un solo departamento. Un fotógrafo convaleciente (James Stewart) tiene una sola forma de entretenerse: mirar por la ventana de su edificio. Un día comienza a sospechar que su vecino ha cometido un asesinato. Aunque puede pasar por un simple policial, esta película se convierte en una clase magistral sobre el voyerismo, la mirada del espectador y los límites del deseo. Con Grace Kelly como contrapunto perfecto, Hitchcock convierte al público en cómplice de una intriga irresistible.
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El séptimo sello (1957) – Ingmar Bergman
Una de las películas más emblemáticas del cine existencialista. En plena peste medieval, un caballero regresa de las Cruzadas y se encuentra con la Muerte, que viene a buscarlo. Para ganar tiempo, la reta a una partida de ajedrez. La premisa suena simbólica porque lo es, pero también es profundamente humana. Bergman reflexiona sobre Dios, el sentido de la vida y la angustia frente a la nada con imágenes inolvidables y una atmósfera hipnótica. Un cine austero, poético y filosófico que sigue conmoviendo.
El silencio de los corderos (1991) – Jonathan Demme
No es habitual que una película de terror psicológico gane el Oscar a Mejor Película, pero The Silence of the Lambs lo logró y con justicia. Clarice Starling (Jodie Foster), una joven agente del FBI, busca ayuda en el psiquiatra caníbal Hannibal Lecter (Anthony Hopkins) para resolver una serie de asesinatos. El duelo verbal entre ambos personajes se convirtió en material de estudio por su intensidad y complejidad. Es un descenso a los pliegues más oscuros del alma humana.
Ciudadano Kane (1941) – Orson Welles
Muchos críticos aún la consideran “la mejor película de todos los tiempos” y no es una exageración. Citizen Kane cambió las reglas del cine narrativo y visual. Welles, con solo 25 años, dirigió, escribió y protagonizó esta historia sobre el ascenso y caída de un magnate de la prensa inspirado en William Randolph Hearst. Con un guion audaz y recursos técnicos innovadores (como el uso del “deep focus” y los saltos temporales), es una película obligatoria para cualquier fan del cine.
El viaje de Chihiro (2001) – Hayao Miyazaki
La animación japonesa también tiene su obra maestra indiscutible. Ganadora del Oscar, es una fábula fantástica que mezcla mitología, crítica social y ternura. Chihiro, una niña de diez años, entra por accidente en un mundo de dioses y espíritus mientras busca salvar a sus padres. Deslumbrante y cargada de simbolismo, es una historia de crecimiento, identidad y transformación. Miyazaki nos regaló una experiencia única que no necesita traducción cultural para emocionar.