Ana Obregón se sincera y revela que la niña nacida en Miami es su nieta

Pese a que en un principio se la presentó como a su hija, Ana Obregón rompió el silencio tras el nacimiento de Ana Sandra y reveló que la pequeña es su nieta.

"Esta fue la última voluntad de Aless, la de traer un hijo suyo al mundo. Cuando sepan la verdad, todo el mundo entenderá que esto no es un capricho. Esto es cumplir el deseo y la última voluntad de mi hijo", dijo en una extensa entrevista con ¡HOLA! que tiene a ambas en la portada.

Poco antes de morir, Aless dejó esperma suyo en una clínica de fertilidad norteamericana para poder cumplir con su sueño de ser padre pese al cáncer que padecía, manifestando con ello que su voluntad era hacer fecundar ese esperma y así poder traer nueva vida al mundo, estuviese él o no.

"La decisión de comenzar con el proceso de gestación, que implica, como sabes, la participación de una donante de óvulo y de una gestante la tomé el día que mi hijo se fue al cielo. Fue su última voluntad y así nos lo comunicó de palabra a su padre y a mí una semana antes de fallecer", reveló la actriz y presentadora.

Mientras permanece junto a la pequeña en Miami, esperando a completar todos los papeleos necesarios para regresar con ella a España, Ana confesó que el sueño de Aless era tener una familia numerosa y que siempre supo que su primera hija llevaría el nombre de su madre. Con estas declaraciones, deja la puerta abierta a la posibilidad de gestar más nietos en el futuro.

Al parecer, al ex de Obregón y padre de su hijo, Alessandro Lequio la posibilidad de convertirse en abuelo aún tras el fallecimiento de Aless no le parecía correcto y fue algo que sembró, entre él y la actriz una fuerte tensión en el último tiempo; razón por la que se mantuvo al margen de la gestación y tampoco la acompañó para el momento del nacimiento.

"Te juré que te salvaría del cáncer y te fallé. Te prometí que traería a tu hija al mundo y aquí la tengo entre mis brazos", escribió Ana Obregón en Instagram junto a la portada con su nieta, en la que le escribe una sentida carta a su hijo, haciéndole caso omiso a las habladurías y críticas.

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