La historia real detrás de El rastro, la serie que triunfa en Netflix
La serie sueca se ha ubicado entre lo más visto de la plataforma de streaming en gran cantidad de países. Recrea un caso que conmocionó a una pequeña ciudad de Suecia durante 16 años.
Un doble homicidio sin motivo aparente mantuvo en vilo a la ciudad sueca de Linkoping durante 16 años. Netflix recrea esta historia real en su serie El rastro, donde el detective John Sundin sacrifica todo por resolver el asesinato de un niño de ocho años y una mujer mayor.
La tragedia comenzó en octubre de 2004. Adnan Abbas, un pequeño de origen libanés, fue brutalmente apuñalado mientras caminaba a la escuela. Gunilla, una profesora de sueco para inmigrantes, intentó salvarlo y también perdió la vida a manos del atacante. Una ciclista llamada Karin presenció parte del ataque, pero el trauma le impidió recordar el rostro del asesino.
Mirá el tráiler de El rastro:
El detective Sundin se obsesionó con el caso. Su dedicación le costó su matrimonio con Anna y la relación con su hijo Charlie. A pesar de tener el ADN del criminal y cientos de voluntarios para compararlo, la investigación no avanzaba. Los Abbas abandonaron la ciudad, incapaces de sobrellevar el dolor.
Dieciséis años después, cuando las autoridades amenazaban con cerrar el caso, Sundin encontró una última esperanza: Per Skogkvist, un genealogista experto en rastrear conexiones familiares a través del ADN. A pesar de los obstáculos legales y técnicos, su colaboración dio frutos inesperados.
La periodista Stina Eriksson, quien había presionado por obtener exclusivas sobre el caso, resultó tener una conexión genética con el asesino. El análisis de su ADN llevó a su primo David Nilsson, un hombre solitario con problemas mentales que confesó haber actuado impulsado por "voces en su cabeza".

El desenlace trajo paz a las familias. Los Abbas nombraron a su hija menor Gunilla, en honor a quien intentó salvar a su hijo. Sundin recibió como regalo el reloj que Adnan llevaba aquel fatídico día. El caso demostró el poder de las nuevas tecnologías genéticas para resolver crímenes antiguos, mientras que Skogkvist incorporó esta experiencia a sus futuras conferencias sobre genealogía forense.