El arte detrás de El Eternauta: María Battaglia y Julián Romera sobre cómo transformar Buenos Aires sin perderla bajo la nieve

Los directores de arte de El Eternauta, María Battaglia y Julián Romera, conversaron con Quever sobre los desafíos detrás de la difícil tarea de trasladar la magia de la ciencia ficción a una serie sin precedentes.

Ricardo Darín lidera el elenco de El Eternauta. 

Ricardo Darín lidera el elenco de El Eternauta. 

Netflix

La nieve cae sobre Buenos Aires. Extraño pero real. Las calles son las de siempre pero hay algo distinto. Algo inquietante, detenido en el tiempo. Con esa premisa tan potente, una distopía que se instala en el corazón de una ciudad cotidiana, El Eternauta, la ambiciosa serie de Netflix inspirada en la obra de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, se atreve a traducir un clásico a los códigos del presente.

Desde este 30 de abril de 2025 la historia de la ciencia ficción argentina ya no es lo mismo. El Eternauta finalmente estrenó su primera adaptación después de múltiples intentos y la ciudad de Buenos Aires se transformó para siempre. Para que esto ocurriera, un poderoso equipo tuvo que tomar entre sus manos un desafío de gran magnitud: escenarios difíciles de replicar, vestimentas cercanas pero lejanas, una historia sin igual y un género poco tocado en el cine nacional.

Oesterheld sostuvo siempre que El Eternauta era, primeramente, la historia de un héroe colectivo, el héroe “en grupo”, y el equipo jamás lo olvidó. En esa transición de las páginas del cómic al formato serie, el trabajo de dirección de arte tuvo un rol clave. ¿Cómo se transforma una ciudad sin borrarla del todo? ¿Cómo se captura la esencia de un barrio para narrar el fin del mundo? Hablamos con María Battaglia y Julián Romera, directores de arte de la serie, para descubrir cómo lograron que lo extraordinario se sintiera tan cercano.

Embed - El Eternauta - Tráiler Oficial

Quever: En la serie la ciudad de Buenos Aires es reconocible, pero a la misma vez es extrañamente distinta. ¿Cuáles fueron las claves para lograr esta sensación que genera nos hace pensar “Esto yo lo conozco, pero a la misma vez no lo conozco”?

María Battaglia: Ante todo la ciudad es la protagonista y en un punto lo que quisimos era respetarla. Quizás esta sensación viene un poco de que todos hemos fantaseado alguna vez que tu ciudad tenga una distopía. A mí me pasa que es una ciudad que también para nosotros se está yendo. Somos todos de una generación muy parecida (somos todos adolescentes de los 90), que hemos pateado la ciudad como locos y hay algo un poco nostálgico en la mirada de representar algunas cosas que todavía perduran, pero que no. Que se están yendo en este momento.

Siempre hablamos de esto como de una Pompeya, como la ciudad que queda detenida un instante y eso es lo que queríamos un poco registrar, con todas estas características que te trae la nieve. Como ese instante en donde algo pasa y una ciudad queda registrada como una ruina para siempre. Ese fue el concepto que nos interesaba. Y después le sumas la nieve y la atmósfera lumínica que ya iba a tener.

Julián Romera: Retomando también esto, tenía que ser reconocible también.

María Battaglia: Sí, eso es muy necesario porque es fundamental en la historia. Para hacer ciencia ficción argentina es fundamental que la ciudad fuese la ciudad de Buenos Aires, que fuese nuestro propio ecosistema.

Durante meses, el equipo recorrió barrios, avenidas, casas, estaciones, rincones ocultos y lugares emblemáticos con una premisa clara: cada locación debía contar algo. No bastaba con decorar un espacio: había que capturar su espíritu. Se sumergieron en el registro urbano, observando lo cotidiano con ojos nuevos, rescatando aquello que hace única a Buenos Aires. Carteles torcidos, edificios desgastados, pintadas en la pared, restos de modernidad oxidada, todo lo que forma parte del ADN visual de la ciudad fue convocado.

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El equipo de arte realizó una profunda investigación para llevar a cabo el proyecto.

El equipo de arte realizó una profunda investigación para llevar a cabo el proyecto.

Quever: ¿Cuáles fueron las claves, algunas de esas cosas que usaron, para generar esa autenticidad que realmente funciona?

María Battaglia: La diversidad. No podíamos registrar la Ciudad de Buenos Aires si no registrábamos todo. Buenos Aires tiene modernidad y tiene cosas que están perdidas en el tiempo, tiene cosas relucientes y tiene cosas que están oxidadas. Y tiene humor, es una ciudad que todo el tiempo encontrás alguna cosa, esta cosa argenta. El cartel mal escrito, el chiste, entonces todo eso lo rescatábamos todo el tiempo.

Nos nutrimos de miles de referencias de lo que se te ocurra porque teníamos que armar esta atmósfera, pero yo creo que lo que más usamos fue nuestros propios registros urbanos. Íbamos de scouting a ver una locación y mirábamos todo lo que pasaba alrededor. Todo eso es el alimento para tener las texturas que vemos todos los días, o sea, que abrieras los ojos y la vieras como si fuese tu ciudad. Ves a tu vecino en la mañana y ese es el tipo que está registrado en la serie.

Quever: La serie se ve muy bonita en cuanto a los escenarios pero de cierta manera la serie va sobre los personajes, ¿cómo lograron que los escenarios se complementen y que estas imágenes tan impresionantes no opaquen a los mismos personajes, que son gente del día a día?

Julián Romera: En realidad en ningún momento los escenarios debían competir con los personajes. La realidad es que siempre, desde el inicio, fue una premisa (como teníamos también muchos escenarios virtuales) tratar de poder agarrarnos de toda la realidad que ya estaba para que justamente no pueda competir y poder sujetarse de escenarios reales en la mayor cantidad de posibilidades.

Cuando Salvo atraviesa Maipú, ya es él ante la inmensidad. Creo que no compiten, dialogan y me parece que es parte de lo que de alguna manera cuenta la historia, la historieta y la narrativa que queríamos llevar. Es como justamente el ser humano — Salvo o cualquiera de los personajes— pueden volver a readaptarse a una ciudad que ya no es la misma.

María Battaglia: Y como tronco El Eternauta ya es fundacional, entonces también tiene toda una carga estética que para nosotros era importante y siempre fue como un lugar de referencia. Hay algo en eso porque refleja parte también de los personajes sin anteponerse. Y entonces eso siempre fue una búsqueda: cómo traer eso que tenía una historieta que ocurría en los años 50 a hoy. ¿Esas casas aún hoy existen? Entonces, ¿cómo las traíamos al hoy? Siempre es buscar cómo reflejar una realidad. Una realidad muy abierta, muy heterogénea.

Quever: Sí, de ciencia ficción, pero a la misma vez actual.

María Battaglia: Y además en el que todos nos podamos reconocer, digo, si cuando ves la Avenida Maipú parece una avenida de cualquier otra ciudad, entonces no. Es importante que estuviera el banco, el tipo de arquitectura de los edificios. Y esa es la ciudad… Maipú es tal cual, es eso. Bueno, podemos haber cambiado alguna cosita más, pero no lo importante que es que nos refleje a todos y tratar de incorporar a todos en esa imagen.

Uno de los mayores logros de El Eternauta es que logra hacer ciencia ficción sin despegarse del territorio. No se imita el modelo de las grandes producciones internacionales: se adapta un lenguaje propio. En esta versión, la ciencia ficción no vive en las naves ni en los laboratorios: vive en las casas de barrio, en las avenidas reconocibles, en los objetos heredados que cobran valor simbólico.

Nosotros 34. El equipo de arte de El Eternauta, un amontonamiento hermoso de talento, creatividad, humor, garra, empuje y compañerismo. Nos invade una felicidad y un orgullo inmensos por lo que somos capaces cuando no.jpg
Maria Battaglia y Julian Romera con parte de el equipo de arte de El Eternauta en el set.

Maria Battaglia y Julian Romera con parte de el equipo de arte de El Eternauta en el set.

Lo viejo funciona

El equipo trabajó con una idea clave que recorre todo el relato: "lo viejo es lo que funciona". Esta frase, que aparece incluso dentro del guion, fue adoptada como una guía estética. Todo tiene una segunda vida. Y esa segunda oportunidad también atraviesa a los personajes.

En esta Buenos Aires devastada, los objetos del pasado recuperan su valor. Es una paradoja encantadora: lo que parecía inútil en tiempos digitales se vuelve fundamental. Hay algo poético en ver cómo una radio o una “chata vieja” se transforman en herramientas de supervivencia. Ese detalle no es solo escenográfico: tiene peso simbólico. Nos conecta con una idea potente, casi melancólica, de volver a lo básico para reconstruir lo esencial.

Quever: Quería traer una de las premisas más importantes, esto de que “lo viejo es lo que funciona”. ¿Cómo se aplicó esta idea en el diseño de los escenarios, de los objetos? ¿Usaron alguna técnica especial o algo para justificar de cierta manera que los personajes tengan objetos viejos, que aparezcan y que tenga sentido?

María Battaglia: Ahí lo tenés a Stagnaro escribiendo un guión que sabe exactamente cómo, te lo pone en dos palabras y tiene una precisión casi poética, de ahí sale todo. Por algo también la historia ocurre en lo de Favalli, más allá de que eso también lo empuja a Salvo a salir de esa casa, ¿no? Es una curva donde empieza la aventura y donde todos esos objetos están. Está la máscara, están los faroles de kerosene, porque Favalli tiene la cueva de los recursos por su personalidad.

Y después está todo el tema de los autos y la segunda oportunidad, que también es la de los personajes. Es algo que atraviesa todo el relato. Después trabajamos mil pruebas; para ver cómo funcionaba una lampara de kerosene, de qué color, con qué textura.

Julián Romera: Exacto, necesito una investigación. Implicó en todos los elementos una exploración previa de cómo funcionaban, en torno al relato y después también en torno a la serie. Esto que decía María: hicimos no sé cuántas pruebas de los faroles a gas pero, en realidad, a veces no podés filmar con un farol a gas, entonces lo tenías que adaptar. Creo que eso también es un ADN de la serie, que también es parte del ADN de Bruno, de lo que nos propuso, y nos subimos a ese caballo. Necesitábamos una investigación, no íbamos a salir a pelo a filmar El Eternauta. Necesitábamos un background importante y creo que por suerte lo tuvimos.

María Battaglia: Probar, probar, probar.

Quever: Esta es probablemente una de las series más esperadas en nuestro país en los últimos años. No quiero perder la oportunidad para preguntarles: ¿cómo fue la experiencia de ser parte? Y bueno, ¿qué expectativas tienen?

Julián Romera: Yo creo que orgulloso de haber podido formar parte de esto. Crecimos, nos transformó también este como profesionales. Nada, ansiosos también por verla, por ver qué pasa. Contentos.

María Battaglia: Mucha felicidad. Fue una experiencia única, la verdad que fue un honor y fue desafiante. Cada día que íbamos a firmar decíamos “Nunca más vamos a hacer algo como esto”. Y además nos permitió trabajar con tanta gente; requirió de tanta cantidad de equipo, de colaboradores, de diálogos y, la verdad, que es único. Si el cine es colectivo, esto ha sido lo más colectivo y lo más maravilloso.