Netflix: final explicado de Monstruo: La historia de Ed Gein
La serie de Netflix culmina con un cierre que no busca justificar los crímenes del asesino, sino cuestionar hasta qué punto la sociedad estadounidense lo creó.
Monstruo: La historia de Ed Gein arrasa en Netflix
NetflixLa serie de Netflix Monstruo: La historia de Ed Gein culmina con un cierre que no busca justificar los crímenes del asesino, sino cuestionar hasta qué punto la sociedad participa en su creación. Ryan Murphy y Ian Brennan, los creadores, plantean una pregunta central: ¿los monstruos nacen o se hacen? El final sugiere que, en el caso de Ed Gein, ambas cosas son ciertas. Su historia, entre el aislamiento, el fanatismo y la locura, refleja una América que no solo produjo a Gein, sino también lo convirtió en un símbolo cultural.
El peso de una madre y el origen del horror
Uno de los ejes más potentes del relato es la relación entre Ed Gein y su madre, Augusta. Su vínculo, cargado de abuso y manipulación, es el germen de una mente fracturada. Tras la muerte de Augusta, Gein se sumerge en la soledad y da paso a sus actos más macabros: la exhumación de cuerpos y la creación de objetos con restos humanos. La serie no solo muestra los hechos, sino que explora cómo la figura materna moldeó su percepción del mundo y su identidad.
Mirá el tráiler de la serie:
Adeline, la duda entre lo real y lo imaginario
En los capítulos finales, Adeline Watkins se convierte en el único lazo de Ed con la humanidad, aunque su existencia es ambigua. ¿Fue real o una creación de su mente? Los guionistas dejan la respuesta abierta, subrayando el deterioro mental del protagonista. A través de Adeline, el guion profundiza en un tema central: el poder destructivo de las imágenes y de lo que consumimos. “Ten cuidado con lo que miras”, advierte la serie, trazando un paralelismo entre el morbo mediático y la mente del asesino.
El eco del crimen en el cine y la cultura
El final de Monstruo: La historia de Ed Gein también sirve como espejo del impacto cultural del caso. El asesino de Wisconsin inspiró a personajes icónicos del cine de terror como Norman Bates, Leatherface y Buffalo Bill. La serie lo muestra de manera metafórica: directores como Hitchcock o Tobe Hooper aparecen como testigos de cómo el horror real se filtró en la ficción. Murphy y Brennan, fieles a su estilo, convierten el cierre en una reflexión sobre el entretenimiento y su relación con la violencia.
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El encierro, la enfermedad y la última lucidez
Cuando Ed Gein es finalmente detenido, el relato abandona el morbo y se centra en la salud mental. En el hospital psiquiátrico, se le diagnostica esquizofrenia, un momento clave que reinterpreta todo lo anterior. ¿Habría cometido los mismos actos si hubiera recibido tratamiento? La serie plantea que su locura fue tanto producto del abandono como de su entorno, y utiliza este desenlace para denunciar la decadencia del sistema de salud mental estadounidense.
El adiós de un monstruo y el legado del miedo
En el último episodio, Ed Gein, enfermo de cáncer, enfrenta sus delirios finales. Imagina una despedida con Adeline, quien promete continuar su legado, y una visión con su madre, que le dice: “Solo una madre podría amarte”. La escena resume el sentido de todo el relato: un hombre atrapado entre la culpa, la enfermedad y la herencia de la violencia. La serie cierra con un guiño al cine —una alusión al icónico cierre de The Texas Chain Saw Massacre—, recordando que el terror de Gein no terminó con su muerte, sino que continúa acechando a la cultura popular y a nosotros mismos.




