El clásico del que Brooke Shields se arrepiente de haber sido parte

La Laguna Azul se ubica, con facilidad, entre esos clásicos de culto que uno suele ver a inicios de la adolescencia.

Estrenada en 1980, la cinta sigue a dos niños, Emmeline y Richard únicos supervivientes de un naufragio, son arrastrados por el mar hasta una isla desierta y tienen que arreglárselas solos. Con el paso del tiempo, Emmeline (Brooke Shields) y Richard (Christopher Atkins) crecen y sus cuerpos empiezan a experimentar los cambios propios de la adolescencia, lo que despierta en ellos una curiosidad que los lleva, inocentemente, a practicar sus primeros acercamientos sexuales.

Si bien nada es burdo ni obsceno, lo cierto es que las escenas son muy jugadas para los actores que, en ese entonces, tenían 14 años ella y 18 él. De hecho, fue tal el calibre de la cinta para ambos que, a 42 años de su estreno, compartieron su visión sobre el film, que dista mucho de la que tenían al momento del estreno.

"Nunca volverán a hacer una película así: no lo permitirían. Hubo animales que sufrieron durante el rodaje. Ensartamos peces e hicimos toda clase de locuras. Salen niños corriendo desnudos por una playa”, dijo la actriz en el último episodio de su podcast Now What? With Brooke Shields.

Junto a ella, Christopher Atkins evaluó la cinta dirigida por Randal Kleiser que significó su debut en cine.

“Había escenas en las que estaba contigo en pelota picada, deslizándonos por un tobogán y cosas así. Era un poco incómodo, pero también divertido para mí porque en aquella época sencillamente iba a hacerlo", expresó el actor.

Pese a tener solo 14 años en aquel entonces, Brooke Shields ya había protagonizado una polémica campaña para Calvin Klein y la controvertida película de Louis Malle estrenada en 1978, La pequeña; por lo que en La Laguna Azul tenía claro lo que no quería mostrar.

“Me pegaban el pelo al cuerpo para cubrirme los senos. Pero no sé qué estaban intentando tapar. Me pegaban estas cositas color carne a los pezones porque los pezones eran mi límite, algo normal para esta película”, recordó.

Otra cosa que marcó a fuego a los jóvenes actores fue el deseo desesperado de los productores por hacer que la química en pantalla se trasladara a la vida real y convertirlos en pareja para ganar mayor publicidad para la película.

"Estaban desesperados por que nos enamorásemos el uno del otro. Y recuerdo pensar: 'Bueno, vamos a conocernos primero antes que intentar enamorarnos forzando la situación’. No me sentaba bien que intentaran obligarme a sentir algo. Quería que me dejaran en paz", concluyó Shields.

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