Se cumplen 15 años de la muerte de los maestro Ingmar Bergman y Michelangelo Antonioni

Se cumplen 15 años de la muerte de los maestro Ingmar Bergman y Michelangelo Antonioni

Dos de los más grandes cineastas de la historia fallecieron el mismo día en el año 2007. Se admiraron mutuamente y crearon un estilo que perdurará por siempre.

Nicolás Berte

El 30 de julio de 2007 fue un día tristemente célebre para los amantes del cine. Ese día, fallecían dos de los más grandes exponente del cine en el siglo XX: Michelangelo Antonioni decía adiós en Roma, a sus 94 años de edad y tras una larga lucha contra un accidente cerebrovascular que lo había afectado hacía más de 20 años; e Ingmar Bergman, el cineasta sueco que con sus 89 años se despedía en la Isla del Faro, en su país natal. 

Más allá de la fatídica coincidencia sobre la fecha de sus muerte, ambos cineastas compartieron, involuntariamente, la categoría de íconos del Siglo XX. Protagonistas de cambios que marcarían una época, dueños de estilos inconfundibles y con una pasión única, tanto Bergman como Antonioni fueron, son y seguirán siendo objeto de estudio de cualquier estudiante o amante del séptimo arte. 

El maestro Antonioni

Ambos se iniciaron en el mundo artístico aunque fuera del cine, siendo el sueco director de teatro en sus primeros años, mientras que Antonioni eligió la pintura. Sin embargo, sus disciplinas los llevaron paso a paso a hacerse cargo de la realización cinematográfica. 

En el caso del cineasta italiano, formó parte del grupo de realizadores que surgió de la corriente del neorrealismo italiano, el movimiento que nació de la postguerra y que se caracterizaba por filmar en decorados naturales, paisajes desoladores, sin esconder las consecuencias de la guerra y con personajes principales siendo víctimas de dichas consecuencias. Después de su fallido debut (perdió mucho material por el inicio de la Guerra y tuvo que editarla varios años después), Antonioni realizó dos películas clave que marcarían su maestría para desafiar los límites de los géneros, y también su aguda y tenaz mirada sobre las clases sociales que se formaron con el crecimiento de la postguerra.

Un poderoso plano de El Grito que muestra parte del talento de Antonioni

El Grito y La Dama sin Camelias son dos films inobjetablemente buenos, que empezaron a estirar los límites de las películas italianas, y que darían paso a la nueva etapa, aquella que consagró Federico Fellini pero que también encontró en Antonioni a un maestro absoluto y dominador de las técnicas de puesta en escena con capacidades que no son para nada fáciles de encontrar. 

La década del 60 significó, de la mano de La Aventura, El Eclipse, El Desierto Rojo y Blow Up, una seguidilla de films que fueron multipremiados y venerados en todo el mundo. Confeso admirador de Bergman, compartía con él su mirada profunda y crítica de la sociedad, de las alienaciones, de los conflictos personales y sus manifestaciones en el mundo social, y, por supuesto, de las clases sociales. En las décadas siguientes continuó realizando una gran cantidad de películas, entre las que se destacan El Reportero y El Misterio de Oberwald. 

Bergman era gran admirador del cineasta italiano

Bergman, en cambio, se crió en un ambiente religioso que forjó uno de los aspectos que caracterizó muchas de sus películas: la culpa. Iniciado en el teatro, escribió guiones y se interesó profundamente en la dirección de actores desde sus primeros pasos. Su capacidad y talento lo llevaron a producir unas 12 películas entre finales de la década del 40 y comienzos de la del 60, destacándose Un Verano con Mónica, Fresas Salvajes y por supuesto, El Séptimo Sello. Su permanente profundización sobre los personajes, el uso de primerísimos primeros planos sobre rostros poco expresivos y el cuidado de la luz (hecho en su mayoría por el gran director de fotografía Sven Nykvist) marcaron a fuego el cine de Bergman, quien rápidamente se transformó en uno de los realizadores más interesantes del mundo. 

La influencia de los primeros años del cine nórdico caló hondo en Ingmar, ya que se pueden notar aspectos de Dreyer, Christensen o Sjöström, aunque definitivamente trazó una línea y creó su sello con Persona, una de las mejores películas de la historia. Luego, pasarían una gran cantidad de obras notables, como La Hora del Lobo, Gritos y Susurros, Sonata de OtoñoEl Huevo de la Serpiente, donde hace una particular lectura de los años previos al nazismo. 

Fanny and Alexander es la última y quizás mejor película de Bergman

El summum de su carrera se dio, casi como un capricho, con su última película para el cine: Fanny y Alexander, la historia de dos hermanos que deben adaptarse a una vida distinta con el nuevo esposo de su madre, una obra en la que el director concluye todas las herramientas que utilizó en sus casi 40 películas previas. A partir de allí (1984), se dedicó al teatro y algunas películas para TV. 

Para quienes quieran disfrutar algunas de las obras de estos cineastas puede aprovechar que la plataforma de MUBI cuenta con varios títulos disponibles. 

Las carreras de Ingmar Bergman y Michelangelo Antonioni se alejaron de los primeros planos en los últimos años de sus vidas, que se apagaron el mismo día, hace 15 años. Sin embargo y tal como lo demuestra cada una de sus obras, el legado de ambos será eterno.

Suscríbete a nuestro newsletter para recibir todas las novedades y participar de concursos exclusivos desde aquí.

Temas