Las teorías que surgieron a partir del explosivo final de Babylon, de Damien Chazelle

Las teorías que surgieron a partir del explosivo final de Babylon, de Damien Chazelle

La película del director no pasó desapercibida y ha recibido tanto críticas como halagos

Nicolás Berte

La última película de Damien Chazelle ha dejado a los cinéfilos bastante divididos en cuanto al contenido del film. En este historia, de más de 3 horas de duración, el director nos propone un recorrido del desarrollo del cine desde la década del 20 y la llegada del cine sonoro, centrándose en tres personajes que abordan la escena desde distintos lugares: una aspirante a estrella, un reconocido actor de cine mudo y un joven inmigrante que desea dejar una huella y hacer “algo importante”. 

A través de escenas maximalistas, el director no tiembla al dar una imagen bastante crítica de la industria hollywoodense y su edulcorada representación de la realidad. A su vez, en cierta forma parece luchar contra esa trascendencia del cine mismo. Por eso, al llegar al final, el personaje de Diego Calva, Manuel, se sienta a ver una película tras muchos años de haberse alejado de la industria por problemas al intentar salvar a Nellie. 

Manuel, el personaje de Diego Calva

Allí, quien fuera uno de los hombres más importantes de Kinescope, ve la película Singing in the Rain, un musical que narra una problemática similar a la que sufren los personajes de la película: la adaptación de las estrellas del cine mudo al sonoro. A diferencia de Babylon, el clásico de Gene Kelly y Debbie Reynolds es una película alegre y colorida. Por eso es que Manny siente, mientras ve ello, una suerte de sensaciones encontradas. 

Nosotros como espectadores somos también testigos y cómplices de Manny. Sus tiempos y los nuestros mutan: el único presente al que evoca una película, el del momento en el que fue filmado el plano que vemos, se transforma también en el nuestro. Aquí somos también ese hombre viendo una película y sabiendo que las cosas no fueron así. 

Pero además, Chazelle explicita (como pasa con todo en la película) y muestra en la pantalla un breve repaso por la historia del cine. Del daguerrotipo, las primeras proyecciones por kinetoscopio (el nombre de la productora, dicho sea de paso), las películas de Melies, Buñuel, Dreyer, el cine a color, las caricaturas hasta la llegada de una suerte de intertítulo que reza: “Fin de cinema”, de la película Week-end de Godard. A partir de allí, un salto temporal significativo (evadiendo el cine de los 70 y 80) hasta pasar a la digitalización y los efectos especiales, con Terminator, Avatar, Matrix y algunos fondos de colores. 

Aquí surgen dos teorías. La primera, a la que adhiero, sobre todo teniendo en cuenta las declaraciones del mismo Chazelle, es el desprecio al cine de las décadas y la valorización de la llegada de nuevas tecnologías, como parte de un desarrollo inevitable y que, así como pasó con el cine sonoro, cambia las reglas pero no la esencia del cine, capaz aún de evocar sentimiento profundos en los espectadores, aún con personajes ajenos a nuestra realidad. 

La otra, es la de un Chazelle marcando como el fin del cine ese momento, y que a partir de allí comienza una etapa donde lo narrado en la película, la banalización, la comercialización al extremo y el dinero imponiéndose por sobre las personas y el mismo arte llevaron a la trascendencia del cine vaya por un camino paralelo a aquel propuesto por Manny al comienzo de la película, que nombra las “virtudes” del cine y la importancia del mismo. 

Babylon entonces cierra como una película que se alza como una película que intenta criticar algo que también representa, por eso su final parece no ser su único mensaje ambiguo. Quizás Damien pueda desarrollar algún día al respecto.  

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