Walter Salles reflexiona sobre el impacto de Aún estoy aquí y su huella en el cine iberoamericano
A poco menos de un mes de la 97° entrega de los Premios Oscar, el director Walter Salles reflexionó sobre el impacto de Aún estoy aquí a nivel mundial. El cineasta brasileño explicó el uso de varios de los recursos que se repiten a lo largo de la cinta y que son claves en el desarrollo de la historia en la que una mujer, en apariencia común y corriente, se transforma en una heroína sin capa ni superpoderes.
"Los años de desarrollo y rodaje de Diarios de motocicleta me permitieron entender que no solo formó parte de Brasil, sino de algo más grande: nuestra identidad latinoamericana. Tengo mucha conciencia y mucho orgullo de ello, por la riqueza y polifonía de nuestra cultura, nuestra literatura, nuestra música, nuestras artes plásticas y nuestro cine. Aún estoy aquí nos recuerda cuánto sufrió este continente durante la Guerra Fría y cómo las cicatrices de ese período siguen abiertas", dijo, en diálogo con el periódico venezolano Crónica Uno.
Mira el tráiler de Aún estoy aquí:
Te podría interesar
Consciente de lo que significa esta cinta para el cine iberoamericano, el flamante ganador del Oscar destacó la importancia de las historias de desarrollo lento y que utilizan todos los recursos del cine clásico: "Aún estoy aquí fue pensado como un proyecto completamente analógico. Tal vez porque la memoria es un tema central en la narrativa, decidimos desde el principio filmar en 35mm y Super 8, además de no utilizar inteligencia artificial para retratar los años setenta. De la misma manera, cuando la película se estrenó, optamos por no tener una cuenta en Instagram ni en ninguna otra red social. Teníamos la intuición de que esta película necesitaba ser realizada de forma colectiva y experimentada de forma colectiva en las salas de cine".
Y, agregó: "Conscientemente, intentamos remar contra la corriente, es decir, alargar el tiempo de cada plano, creer en las respiraciones, en los espacios entre las cosas. Es justamente a través de estos espacios que el espectador entra en la historia y se solidariza con los personajes".
Dentro de ese ritmo lento pero que mantiene al espectador al filo de su asiento, uno de los recursos más utilizados es el del agua, donde los personajes irán en busca de conexión.
Crédito: Sony Pictures
"En Brasil, la celebración de Iemanjá, la reina del mar, se lleva a cabo el 2 de febrero y habla del agua como el elemento que fertiliza, el que une y el que cura. Es al mar donde muchos habitantes de Río de Janeiro van los fines de semana, encontrándose en ese espacio colectivo que define la geografía de la ciudad. La primera imagen de la película, contiene de alguna forma la historia en su totalidad: en ella, hay una mujer que busca un momento de contemplación en el mar, pero un helicóptero militar vuela demasiado bajo e interrumpe ese momento de calma. Es, por lo tanto, una imagen oracular, propia de una tragedia griega. En la segunda imagen, cuando Eunice regresa después de 13 días en prisión, ella intenta inútilmente deshacerse de su propia piel bajo la ducha. Esas marcas permanecerán para siempre, pero es el agua la que indica que, a partir de ese momento, ella va a resistir. Al final, cuando su hija nada en una piscina pública, entendemos que han cambiado de ciudad y también que esta es una historia sobre la transmisión", explicó.
Aún estoy aquí, de 135 minutos de duración, se centra en la trascendental figura de Eunice Facciolla Paiva, que se convirtió en una ferviente activista contra la dictadura militar mientras hacía que en su hogar todo funcionara como siempre, permitiéndole así a sus hijos crecer con normalidad pese a todo el horror que se vivía a su alrededor y sin la presencia de su padre (asesinado en el cuartel a poco de ser capturado).