Final explicado de Bugonia, la nueva película de Yorgos Lanthimos sobre conspiraciones y alienígenas
La nueva película de Yorgos Lanthimos cruza humor negro, conspiraciones y ciencia ficción para plantear una pregunta incómoda sobre el futuro de la humanidad.
Yorgos Lanthimos no es un director más del montón. El cineasta griego, conocido por títulos como La langosta, La favorita y Pobres criaturas, acaba de estrenar el nuevo thriller de comedia Bugonia, que lo lleva a moverse en un terreno incómodo, provocador y deliberadamente absurdo.
La trama gira en torno a Teddy Gatz, interpretado por Jesse Plemons, un empleado de depósito y apicultor amateur obsesionado con la desaparición de sus colmenas. Convencido de que el colapso de las abejas no es casual, Teddy culpa a Auxolith, una poderosa farmacéutica liderada por Michelle Fuller, el personaje de Emma Stone. Para él, la ejecutiva no solo es responsable de la contaminación química que estaría matando a los insectos, sino que además sería una alienígena infiltrada en la Tierra como parte de un plan para destruir a la humanidad.
La película es una remake del filme surcoreano Save The Green Planet! del año 2003. A través del humor negro, la exageración y el absurdo, Lanthimos pone la mirada en las conspiraciones, las corporaciones farmaceúticas y cómo el exceso de información nos puede llevar a creer en cualquier cosa. Una historia delirante en apariencia pero que apunta a una inquietudes muy actuales de nuestro tiempo.
¿Qué significa Bugonia y qué significado tiene en la película?
Lejos de tratarse solo de una paranoia individual, la película construye el mundo de Teddy a partir de un pasado traumático. Su madre fue sometida años atrás a un tratamiento experimental de Auxolith para tratar su adicción a los opioides, con consecuencias devastadoras. Esto funciona como el punto de quiebre que empuja al protagonista a pasar horas en foros, teorías conspirativas y narrativas extremas que terminan dando forma a su particular visión del mundo.
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De hecho, el título Bugonia no es un capricho ni una palabra inventada. Proviene de un antiguo concepto griego que alude a la creencia de que las abejas podían surgir espontáneamente del cadáver de un buey sacrificado. La elección del término tiene un peso simbólico clave dentro del relato. Según el guionista Will Tracy, también responsable de El Menú y de la serie Succession, la idea remite a la posibilidad de que algo nuevo surja de un sistema podrido, aunque el precio sea altísimo.
Esa ambigüedad es la que atraviesa toda la película. Lanthimos nunca ofrece respuestas fáciles ni deja en claro, hasta muy avanzado el metraje, si el espectador debería tomarse en serio las ideas de Teddy o reírse de ellas. El secuestro de Michelle, el encierro en el sótano y los métodos extremos del protagonista empujan la historia hacia un terreno cada vez más incómodo, donde la sátira convive con una violencia seca y perturbadora.
¿El personaje de Emma Stone es en verdad un alienígena?
Buena parte de Bugonia juega con la duda constante. Michelle afirma no ser la villana que Teddy imagina. Mientras que al comienzo niega ser un ser de otro planeta, a medida que la confrontación con Teddy avanza, decide seguirle la corriente y comienza a afirmar que sí es un alien.
Hacia el final, Michelle confiesa que su especie llegó a la Tierra hace millones de años y, lejos de querer exterminar a los humanos, intenta salvarlos de su propia autodestrucción. Cambio climático, guerras y devastación ambiental aparecen como pruebas de que la humanidad no necesita ayuda externa para arruinar el planeta.
La película juega con esa tensión hasta el final. Lanthimos estira el relato con un final que se mete de lleno en el terreno de lo absurdo, como el vestidor dentro de la oficina de Michelle que la termina transportando al interior de una nave espacial, donde se reencuentra con los de su especie. Nada es completamente creíble, pero todo encaja dentro de la lógica interna del film.
El final no esquiva el golpe bajo. Sin caer en explicaciones largas ni discursos profundos, Bugonia muestra una resolución radical que resignifica todo lo visto hasta ese momento. La humanidad, presentada como un experimento fallido, desaparece en un instante silencioso, y sin violencia. Cuerpos inmóviles en calles, casas y oficinas alrededor del mundo. Sin embargo, Lanthimos deja una imagen final que funciona como ironía y advertencia. Las abejas regresan a sus colmenas. La vida sigue, pero sin humanos.
La elección musical y el montaje refuerzan una sensación incómoda que conecta directamente con el clima político, ambiental y social actual. El guionista Will Tracy explicó que el final busca dialogar con una sensación de desesperanza cada vez más extendida. La idea de imaginar cómo sería el planeta sin nosotros ya no suena a ciencia ficción lejana, sino a una pregunta urgente. Bugonia no propone soluciones ni moralejas claras. Se limita a incomodar, provocar y dejar flotando una inquietud difícil de ignorar.
Como suele ocurrir con el cine de Yorgos Lanthimos, no es una película pensada para gustar a todos. Pero sí es una obra que refleja, con humor negro y crueldad, el miedo contemporáneo a haber cruzado un punto de no retorno. En ese sentido, Bugonia no habla solo de abejas, alienígenas o conspiraciones. Habla de nosotros y de la posibilidad inquietante de que el mundo podría estar mejor sin nuestra presencia.