La trágica historia de Errol Flynn, un exponente de la edad dorada de Hollywood

La trágica historia de Errol Flynn, un exponente de la edad dorada de Hollywood

El éxito y la fama del actor, quien fue uno de los actores más solicitados durante la década del 30, caló hondo en un hombre que no supo de límites.

Redacción QueVer

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La industria del cine estadounidense es una de las más exitosas de mundo. Salvo la India, no hay otro país en el mundo que pueda comparar la tremenda maquinaria de dinero y trabajo que significa la industria cinematográfica norteamericana. 

Por supuesto que esto no nació de un día para el otro. Hubo que pasar varios momentos complejos, e incluso se podría decir que hoy por hoy ni siquiera estamos hablando de los momentos más prolíficos del cine, en cuanto a márgenes de ganancia, por supuesto. Hollywood pasó, posterior a la magnificación del cine sonoro, una época que se llamó la época dorada, años de cientos de películas masivas, ganancias extraordinarias y estudios enormes trabajando a tope. 

Actores de primerísimo nivel eran contratados por las productoras con contratos de exclusividad, para que ellos filmaran las muchas películas que hacían por año. Eso también trajo una exposición incalculable de estos actores, que eran grandes responsables de los éxitos de las películas, figurando sus nombres muchas veces por encima del título de la película o el director. Uno de estos casos es Errol Flynn, un actor que obtuvo mucho reconocimiento por la década del 30 en adelante. 

Nacido en 1909 en Australia, el actor se hizo conocido como Robin Hood en The Adventures of Robin Hood (1938). Anteriormente ya había dado que hablar en algunas otras producciones, aunque el salto definitivo se dio cuando se puso en la piel del héroe del arco y la flecha. A partir de allí, su rostro comenzó a aparecer cada vez más en pantalla, sobre todo en compañía de  Olivia de Havilland, otra cara exponente del Hollywood del star system

Talentoso, atractivo e insolente, no tardó en ser una estrella cuyos excesos trascendieron la pantalla. A las decenas de películas filmadas, principalmente bajo las órdenes de Michael Curtiz o Raoul Walsh, se sumaron sus numerosos episodios con mujeres, drogas, alcohol, tres matrimonios fallidos y acusaciones de homosexualidad (algo que en la época estaba mal visto). 

Errol jamás pudo controlar todo lo que vivió, y aunque tuvo épocas más serenas y donde parecía corregirse, un nuevo escándalo surgía. Hollywood, sin embargo, jamás le cerró sus puertas. Claro, poco le importaba a la industria cuánto le afectaba la exposición mientras sus películas siguieran cortando tickets. 

Cuando se desató la Segunda Guerra Mundial, Flynn quiso participar. Pero las drogas y el alcohol ya habían dejado su huella en el cuerpo y fue declarado no apto. Eso fue el quiebre en la vida del actor. Si alguna vez los límites los tuvo lejos, la última década de vida de quien en algún momento fuera el galán de Hollywood careció de los mismos. 

Se embarcó a Italia para hacer sus películas con mayor libertad, pero su falta de disciplina boicotearon sus planes. Quedó tiempo para grandes película como Espadas cruzadas o Las Raíces del Cielo, pero al fin el cuerpo de Flynn dijo basta. 

En 1959, a sus 50 años, un dolor de espalda y piernas lo dejó en el sillón, agotado. Un amigo le dio una medicación para relajarse. Al sentir el efecto, Errol Flynn cayó en un sueño del que jamás despertó. Un infarto terminó con su vida y dio inicio a la leyenda, la de un hombre que vivirá por siempre en la pantalla, quizás en el motivo que llevó a su muerte. 

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