Crítica de El Eternauta: Bruno Stagnaro hace historia con una superproducción nacional con alma de barrio

Desde el 30 de abril, El Eternauta, protagonizada por Ricardo Darín, se encuentra disponible en Netflix con sus primeros 6 episodios.

El Eternauta ya se encuentra disponible en Netflix. 

El Eternauta ya se encuentra disponible en Netflix. 

Netflix

La ciudad se encuentra en pausa, pero no cualquier ciudad, la Ciudad de Buenos Aires. Son las calles que conocemos, los locales que hemos visitado, los carteles que cuelgan allí desde hace años, pero están cubiertos de algo nunca visto en una localidad cuya característica es el clima pampeano: nieve. Y no poca, las calles son blancas, encandilan con el reflejo del sol. En 1957, Héctor Germán Oesterheld publicaba por primera vez los primeros cuadros de la que es considerada una de las historietas más importantes del país y de Latinoamérica: El Eternauta. A casi 70 años de su llegada, la historia vuelve a surgir logrando por fin un objetivo que fue perseguido por varios, fue adaptada y con éxito.

Adapta r El Eternauta no es solo llevar a la pantalla un clásico de la historieta argentina; es también tocar uno de los núcleos más sensibles de la cultura del país. La historia del viajero de la eternidad que con el tiempo se volvió un símbolo de resistencia, comunidad y tragedia nacional. La nueva serie dirigida por Bruno Stagnaro (Pizza, birra, faso; Okupas) estrenada este miércoles 30 de abril en la plataforma de Netflix y que cuenta con un impecable Ricardo Darín como Juan Salvo, asume esa carga simbólica y la pone en diálogo con una Argentina actual, llegando justamente en un contexto atravesado por el trauma reciente de una pandemia, por la deshumanización cotidiana y la individualidad servida al plato.

Embed - El Eternauta - Tráiler Oficial

Son muchas las manos que ya intentaron adaptar esta historia, sin éxito. Nombres como Pino Solanas o Lucrecia Martel tuvieron el ojo en los recuadros pero fue Bruno Stagnaro quien lo logró, llevándola al formato serie y abandonando los años 50 para adelantarla en el tiempo y traerla a la actualidad. El cambio puede sentirse extraño, especialmente para aquellos fanáticos del material original, pero la realidad es que el equipo detrás de El Eternauta logró crear una propuesta que tiene sentido. El cambio es claro, los celulares, los deliveries y el tren lo demuestran, pero la serie mantiene, tal vez por detrás, la sensación de que estamos ante algo histórico.

Del papel a la pantalla: una adaptación esperada y lograda

La escena inicial (con tres chicas atrapadas en un barco) funciona como una declaración de intenciones. Desde el primer plano, la serie instala una atmósfera de encierro, desconcierto y urgencia. No sabemos bien qué pasa, pero ya sentimos el peligro. Esa asfixia inicial se convierte en un hilo invisible que recorre todos los capítulos, incluso cuando la historia da un giro hacia la cotidianeidad. Porque El Eternauta, a diferencia otras entregas épicas del género, no empieza con el caos en las calles ni con grandes explosiones: empieza con una vida común, una casa cualquiera, una partida de truco y gente comenzando su día. Y desde ahí, todo se desmorona.

Comienza con un poderoso primer capítulo que nos presenta todo lo que desarrollamos anteriormente. A medida que los siguiente cinco capítulos avanzan lentamente, la escala de la amenaza crece: de lo doméstico a lo barrial, de lo barrial a la ciudad, hasta convertirse en una pesadilla nacional e incluso global. La serie no corre, acompaña el ritmo con el que los personajes asimilan lo que está ocurriendo. Toda la serie nos recuerda a las icónicas entregas de supervivencia que llevamos años disfrutando aunque planteando un enemigo con un arma sin igual.

El centro emocional y narrativo sigue siendo Juan Salvo, interpretado con solidez por Ricardo Darín. Que el actor tenga la edad que tiene no es un detalle menor: su Salvo no es un joven impetuoso, sino un hombre atravesado por la experiencia y una vida ya armada, que convive con lo nuevo desde la mirada de lo vivido.

DSCF0878_R_V2_43.jpg
La idea de la serie comenzó a gestionarse en 2020 pero se vio interrumpida por la pandemia mundial de Covic-19.

La idea de la serie comenzó a gestionarse en 2020 pero se vio interrumpida por la pandemia mundial de Covic-19.

Bruno Stagnaro ya había demostrado que entiende qué es la argentinidad y su complejidad con producciones como Pizza, birra, faso u Okupas, pero en El Eternauta llevó esto a su una nueva expresión: la serie es argentina, se siente argentina, se vive argentina, desde sus planos hasta sus diálogos. No obstante, se maneja con sutileza una temática global que incluso quién no sea del país podrá ver, sentir e identificarse.

El Eternauta es una superproducción que pone la vara altísima para la ficción nacional. Hay un nivel de diseño de arte, efectos especiales y ambientación que no tiene precedentes en nuestro país. Ver las calles de Buenos Aires cubiertas de una nieve fantasmal, con edificios que reconocemos envueltos en un silencio mortal, genera una mezcla entre la extrañeza y la emoción. Son múltiples los fotogramas que nos dejan con la boca abierta por su belleza. Sin embargo, es un espectáculo visual que jamás pierde el foco humano: cada imagen está al servicio de la historia, y no al revés.

Oesterheld estuvo presente siempre

“El único héroe válido es el héroe ‘en grupo’, nunca el héroe individual, el héroe solo”, escribía el mismo Oesterheld en el prefacio de El Eternauta, marcando la idea central de su creación y por consiguiente, la que tomaría el equipo de la adaptación de Netflix como hilo conductor. Y eso se nota desde el primer episodio: Juan Salvo no es un elegido, no es el único capaz de salvar el mundo, no tiene poderes ni una misión divina. Es, ante todo, un tipo común que empieza a organizarse con otros, que busca proteger a su familia y construir con lo que tiene cerca. La serie refuerza esa idea casi todo el tiempo: nadie se salva solo.

Todos tienen un rol, todos importan. Esa horizontalidad en los vínculos hace de esta serie algo interesante. Ricardo Darín está al mando y claro que es Juan Salvo quien tiene el volante de la narrativa, sin embargo, ni el personaje ni el actor pueden seguir sin quienes lo rodean.

EE_05-SC018_0148_R_V2.jpg
Producida por K&S Films, junto a Darín actúan Carla Peterson, César Troncoso, Andrea Pietra, Ariel Staltari, Marcelo Subiotto, Claudio Martínez Bel, Orianna Cárdenas y Mora Fisz.

Producida por K&S Films, junto a Darín actúan Carla Peterson, César Troncoso, Andrea Pietra, Ariel Staltari, Marcelo Subiotto, Claudio Martínez Bel, Orianna Cárdenas y Mora Fisz.

El Eternauta se presenta como una historia casi elegante cargada de un magnetismo único que no te permite soltarla. Es, en definitiva, una obra que logra combinar lo mejor de la ciencia ficción con una identidad profundamente nacional. Conjunta de manera virtuosa actuaciones sobresalientes, un guion que respeta y actualiza el espíritu original y una producción que está entre las más impactantes que se hayan visto en una producción argentina.

Tendrá discrepantes, eso es seguro, especialmente aquellos que abrazan la historieta original sin intenciones de darle espacio a algo más. A pesar de ello, ahí está quizás el mayor logro de esta adaptación: no se refugia en la nostalgia del cómic ni en la espectacularidad del género, se anima a reinterpretar el mensaje para una nueva época presentando además una propuesta entretenida, atrapante y bien hecha.

El Eternauta es una experiencia cargada de sentido. Con una producción nunca antes vista en nuestro país, actuaciones sólidas, una fotografía deslumbrante y una dirección que entiende qué es contar desde lo local para llegar a lo universal, la historia logra lo más difícil: emocionar. Adaptar un ícono como este no era tarea fácil, pero Stagnaro y su equipo lo consiguieron sin traicionar la esencia. Porque El Eternauta sigue siendo eso: una historia de comunidad, de resistencia, de personas comunes enfrentando lo imposible. Y verla hoy, en un mundo atravesado por pandemias, crisis e incertidumbre, no hace más que reforzar su vigencia. La serie recién estrenada en Netflix deja algo claro, hay más para contar. Sus 6 episodios no son suficientes para retratar una compleja historia que atrapará a miles.