Buscando a Nemo: por qué es una película para zambullirse una y otra vez
Repasamos la importancia de este clásico de Disney estrenado en 2003, y todas las enseñanzas que forman parte de este clásico que está más vigente que nunca.
Volvamos a zambullirnos con nuestros hijos en esta historia, no nos vamos a arrepentir. Seguramente la mayoría de nosotros vio Buscando a Nemo, o al menos alguna escena. Sólo que a veces nos olvidamos, como Dory, de estos clásicos, que tienen mucho para enseñarnos y que vale la pena volver a ver.
La película tiene de protagonista a Nemo, un pequeño pez, que es muy querido y protegido por su padre. Pero un día se pierde fuera de la gran barrera del arrecife australiano, que lo llevará a una pecera en Sidney. Su tímido padre emprenderá una peligrosa aventura para poder rescatarlo. Pero Nemo y sus nuevos amigos tienen también un ingenioso plan para escapar de la pecera y regresar al mar.
En Buscando a Nemo, aparece en primer lugar el profundo amor de un padre que lo da todo por proteger a su hijo, hasta su propia vida. La incondicionalidad en su máxima expresión.
- Somos testigos de cómo Merlín y Nemo atraviesan el duelo de la pérdida
En estos tiempos, nos cuesta mucho a grandes y chicos conectar con el sufrimiento, con el dolor. A veces el llanto y la tristeza son mala palabra, sin embargo, sabemos que son necesarios. Cuánto nos cuesta conversar con los chicos sobre enfermedades y muertes de seres queridos, y sin embargo, cuánto tienen ellos para enseñarnos, con su simpleza y profundidad para vivir estos acontecimientos.
Este gran papá nos da también una lección de resiliencia, encontrando en esta crisis una oportunidad para tomar las riendas en la educación de su hijo, y mostrándose dispuesto a acompañarlo el resto de su vida. Sobreprotegiéndolo primero y dándole mayor libertad para crecer después. Cuánto nos cuesta a los padres este equilibrio entre acompañarlos y no sobreprotegerlos, no hay recetas mágicas, lo vamos construyendo artesanalmente en cada intervención. Y más aún nos cuesta respecto a esa necesidad especial de nuestro hijo, tal como le pasa al papá de Nemo que no puede dejar de pensar en su aleta defectuosa.
En la película también aparece la amistad de la mano del entrañable personaje de Dory. Aceptar a nuestros amigos tal y como son, con sus limitaciones y características particulares. Y estar ahí para ellos en todo momento, sobre todo en las dificultades, pero también en las alegrías.
Finalmente, este gran regalo que nos deja Nemo, es una lindísima enseñanza acerca de la importancia de la construcción de la autoestima en los niños, y lo clave que es nuestro rol como padres para motivarlos y contribuir a su fortalecimiento. En esta era donde los likes y las reacciones mandan, nos puede parecer que no necesitamos motivar a nuestros hijos. Sin embargo, no debemos confundir la catarata de elogios que circulan por ahí, con verdaderas motivaciones.
Rudolf Dreikus, un reconocido psicólogo nos dejó esta frase que es muy gráfica: “Los niños requieren de tanta motivación como las plantas de agua”. Pensemos en Nemo atrapado por esa red, y lo clave que es la confianza que le transmite su papá, con su presencia, con sus palabras.
“Confío en que tu puedes hacerlo”. Qué distinto es esto que decir, “Eres un genio”, “Te voy a dar un premio”: La motivación deja en ellos una enorme huella, les enseña a creer en sí mismos y en sus capacidades para hacer bien las cosas.
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