La historia detrás del logo de DreamWorks y la influencia de Steven Spielberg

Hay algunos símbolos que quedan grabados en nuestra mente casi por repetición, que muchas veces ni siquiera recordamos conscientemente, pero que ante cada situación más o menos similar, nuestra mente nos trae ese recuerdo. 

Y si pensamos en los logos de las productoras o distribuidoras, es muy difícil que no calen profundo en nuestra memoria. Pensar que al momento de arrancar una película es probablemente nuestro punto de mayor atención, cuando no tenemos ningún otro estímulo que no sea eso que vemos en la pantalla. 

Uno de estos recordados logos es el de DreamWorks, la compañía que fundó Steven Spielberg junto a Jeffrey Katzenberg y David Geffen. Ellos se propusieron crear un estudio de animación en una época donde la misma era un negocio arriesgado porque no estaba en auge. Sin embargo, estos tres hombres tenían fe de que el negocio podría funcionar, aunque se trazaron ciertas normas que cumplirían a rajatabla: no harían más de nueve películas por año (calidad por sobre cantidad), podrían trabajar con otros estudios, y siempre estarían en casa para cenar. 

Así fue como nació una de las más importantes productoras de los últimos tiempos, que si bien no se centró solamente en la animación, regaló títulos inolvidables. Tan inolvidable como lo es el niño sentado en la luna con una caña de pescar. ¿Cómo fue que nació este niño?

En principio, Steven Spielberg propuso que el logo evocara la época dorada del cine de Hollywood, en un intento de representar lo que buscaban con la productora. A su vez, pensó que la luna en cuarto creciente sería una buena idea ya que simulaba la D inicial del nombre. 

El diseño le fue encargado a Dennis Mure, Supervisor de Efectos Visuales. Al principio, sugirieron que la imagen fuera completamente digital, pero Muren, tras algunas pruebas fallidas, propuso hacer un logotipo pintado a mano, algo que fue encargado al artista Robert Hunt. 

Hunt probó una y otra vez con distintas persona pero no lo convencían, hasta que se le ocurrió que su propio hijo podría posar para ser retratado en su pintura. Así fue como el pequeño William Hunt terminó siendo representado en uno de los logos más importantes de los últimos años de Hollywood, que además tiene la capacidad de adaptarse a distintas películas, según la estética de la misma. 

De más está decir que Spielberg quedó fascinado con el diseño. El resto es historia. 

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