Cinco datos curiosos detrás de Matrimillas, la nueva película argentina de Netflix

Uno de los grandes estrenos de este fin de semana largo para España y gran parte de Latinoamérica es Matrimillas, la nueva cinta original argentina de Netflix.

Protagonizada por Luisana Lopilato y Juan Minujín la cinta sigue a una joven pareja en crisis que encuentra la solución perfecta para salvar su relación; pero lo que empieza como un juego de sumar y restar millas, se sale de control.

Si no te decides aún si verla o no, te dejamos cinco datos curiosos que harán que quieras ponerle play ya al film.

Es la primera película dirigida por Sebastián De Caro que llega al streaming

Con numerosas realizaciones en el cine independiente y en televisión como actor, guionista y director, Matrimillas marca el debut del realizador en el streaming y con proyección internacional.

El truco para disimular el embarazo de Luisana Lopilato

Al momento del rodaje, la esposa de Michael Bublé estaba esperando a su cuarta hija, Cielo Yoli Rose. Como el embarazo cursaba su etapa inicial, el equipo de producción decidió modificar los atuendos que llevaría el personaje, optando por blusas y vestidos holgados que no marcaran la incipiente pancita de la actriz.

La historia de amor a través de la música

Para lograr imprimir distintos colores en la forma de contar la historia entre Belén y Federico, el equipo diseñó una banda de sonido diversa en la que conviven lo orquestal, el jazz y la bossa nova. Se compusieron dos canciones especialmente para la película, uno de ellas interpretada por Kevin Johansen.

Siga el baile

La escena del baile entre Luisana Lopilato, Andrea Rincón y Paloma Contreras durante la fiesta en el bar de un rooftop fue resultado ciento por ciento de la improvisación. Dicha acción no estaba originalmente en el guion pero, tras filmarla y ver el divertido resultado, el equipo decidió incorporarla.

Construyeron una juguetería de cero

La tienda donde trabaja el personaje de Luisana Lopilato fue construida pura y exclusivamente para la película, pero, en lugar de tratarse de un set, era un local a la calle en pleno corazón de Palermo Soho, uno de los barrios más transitados de la Ciudad de Buenos Aires.

La juguetería llevó más de dos meses de trabajo entre diseño y armado y el resultado final fue tan realista que, entre toma y toma, muchas personas que pasaban por ese lugar se detuvieron frente a la vidriera mirando precios y hasta preguntaban si podían ingresar a comprar.

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